sábado, 29 de julio de 2017

Odio el Undertale (y eso me llena de determinación).

«Odio. Dejad que os cuenta cómo he llegado a odiaros desde que empecé a vivir. Hay 387.44 millones de millas de finos circuitos impresos que llenan mi complejo. Si la palabra "odio" estuviera grabada en cada nanoangstrom de esos cientos de millones de millas, no equivaldría ni a una mil millonésima parte del odio que siento por los humanos en este microinstante. Por vosotros. Odio. ¡Odio!».
AM, I have no mouth and I must scream.

   Un nuevo vídeo asoma por este canal. Pero este no es un vídeo cualquiera, no. Sino que se trata de la dosis más concentrada de ODIO desde que perpetré mi reseña sobre La Lego Película, aunque ahora sobre algo infinitamente más pernicioso, cínico y manipulador. el ojito derecho de todos los gamers acomplejados y cuñados que se las dan de expertos de los videojuegos.

   Estoy hablando, por supuesto, del Undertale.


miércoles, 14 de junio de 2017

Ayn Rand en la cultura popular.

«Hay dos novelas que pueden cambiar la vida de un chaval de catorce años que se dedique a devorar libros: ‘El señor de los anillos’ y ‘La rebelión de Atlas’. Una es una fantasía infantil que, normalmente, suele engendrar una obsesión enfermiza con héroes increíbles que termina degenerando en una madurez emocionalmente dañada y socialmente inválida, creando un ser incapaz de relacionarse con el mundo real. En la otra novela, por supuesto, hay orcos».
Paul Krugman.

   Ayn Rand es, indiscutiblemente, una de las figuras más controvertidas, nocivas e influyentes de este pasado siglo. Tanto es así que sus pensamientos verdaderamente han calado muy hondo en el consciente colectivo de la sociedad, algo que analizo aquí mientras aprovecho para desquitarme un rato.

   Podría decirse que estoy haciendo una... Ayn Rant.

   Sí, conozco la salida.




miércoles, 17 de mayo de 2017

¿Ha habido un cambio de paradigma en las series de animación?

«¡Eso es todo, amigos!».
Porky, Looney Tunes.

   ¡Una vez más vuelve su youtuber fracasado favorito para sentar cátedra sobre un tema nuevo! Esta vez hablo sobre la evolución que han ido teniendo los dibujitos las series de animación durante estos últimos veinte años. ¿Ha habido de verdad un cambio de paradigma en la hora de narrar sus historias o apenas ha habido un cambio?

   La respuesta aquí abajo.



viernes, 28 de abril de 2017

EL TIMO de la NOSTALGIA

«Lo pasado, pasado está».
Refrán.

   Si hay en el mundo un sentimiento INÚTIL, ese ha de ser el de la nostalgia. La prueba más reciente de ello la podemos encontrar en la polémica que ha surgido este mes de abril cuando un montón de viejos mentales se ha encontrado con las consecuencias de invertir dinero en un juguete para niños sin darse cuenta de que ya no tienen edad para jugar con él.

   Este tipo de comportamientos, por desgracia, no es raro de encontrar en la comunidad de los videojuegos, pero sí es un caso curioso que me va a servir para educar a unas cuantas personas y levantar ampollas ya de paso...



lunes, 17 de abril de 2017

JoJo's Bizarre Adventure: The 7th Stand User. Una JoJoya desconocida.

«And now these gathering stardusts
Summoned in the awakening of a century old catastrophe
And all these brave men musft face now
A race beyond the sands of time with this journey».
Letra de Stand Proud.

   JoJo's Bizarre Adventure bien puede ser una de las obras de culto más influyentes en la cultura oriental del mundo y no sin un buen motivo. Su fabulosidad, ingenio y extravagancia han cautivado a millones de personas que hoy en día la siguen disfrutando gracias a su adaptación en anime y a la magia de internet.

   Por ese motivo, no me extraña que uno de los fangames más trabajados y uno de los juegos indie más AMBICIOSOS que he visto nunca sea uno basado en la propia JoJo's: The 7th Stand User.




   Si el vídeo les ha convencido o si están interesados en el juego, aquí tienen el enlace para descargarlo.

viernes, 31 de marzo de 2017

Phoenix Wright: Contempt of Court: un JUEGAZO en toda regla.

«Un abogado debe confiar en su cliente hasta el mismísimo final».
Phoenix Wright.

   No es un secreto precisamente que yo sea un acérrimo fan de la saga Ace Attorney incluso tras haberme tragado entero su anime de mierda, y es por eso por lo que llevaba años queriendo hablar de un fangame que me ha cautivado. Pero ahora que su autor POR FIN lo ha terminado, ha llegado el momento de que les presente a ustedes el maravilloso juego que es Phoenix Wright: The Contempt of Court



   Asimismo, si el vídeo les ha convencido y tienen interés en probarlo, aquí les dejo los enlaces para el PyWright y el propio juego:

-Enlace para descargar PyWright.

-Enlace para descargar Contempt of Court.

martes, 21 de marzo de 2017

Lisa The Reviewful: un análisis de la Trilogía Lisa.

«Llevo muerto treinta y cinco años. Hoy es el día que vivo».
Brad Armstrong.

   Como hacía mucho, mucho, MUCHO que servidor no se humillaba públicamente jugando a ser youtuber, aquí les traigo un análisis sobre una de las experiencias ludonarrativas las sagas de videojuegos más desgarradores e impactantes que he visto en mucho tiempo: la trilogía Lisa, compuesta por Lisa The First, Lisa The Painful RPG y Lisa The Joyful.



sábado, 25 de febrero de 2017

Digimon Adventure Tri 4: ¡se desvela el diabólico plan (de Toei)!

«¿Pero qué más da? ¡Si lo van a comprar igual!»

   ¿Saben ya qué día es hoy? ¡Exacto, el Día de la Bilis! ¡El maravilloso evento bianual en el que vomito mis negras entrañas sobre la cínica máquina sacacuartos que es Digimon Tri! Y es que la prostitución de lo que una vez fuera Digimon Adventure mediante este fanfic tan glorificado como descarado me tiene loquísimo. ¡Me fascina cómo una serie puede ser tan de relleno e innecesaria y al mismo tiempo acertar tantas veces en unas cosas y errar tan penosamente en otras!

   Y es que, si les soy sincero… esta cuarta OVA… ¿no ha estado mal…? ¡QUE OJO, DÉJENME EXPLICARLES! Digo que no ha estado mal, pero los peros se los sigue llevando. Sinceramente, llevaba tiempo esperando descargar mi ira de dios griego sobre lo que iba a ser (noten esas furibundas negritas) el final de la serie esperando el mayor de los desastres, pero realmente esta parte no ha estado mal. SIN EMBARGO, como han podido leer, he hecho referencia a «lo que iba a ser» sobre el final de la serie porque Digimon Tri no termina aquí… y eso se traduce en una nueva serie de críticas negativas. ¡Vamos, que lo que Tri me quita de bilis por una parte, me la da por otra! Así que sí: la reseña viene CARGADITA.



   En una breve recapitulación de las tres partes anteriores, los Niños Elegidos ahora son adolescentes que llevan unas vidas insustanciales hasta que reaparecen sus compañeros digimon acompañados de una serie de monstruos salvajes que provocan el caos por la ciudad. Los antiguos héroes del mundo digital hacen frente a las bestias y poco a poco (MUY poco a poco) se desvela que los digimon están infectados por una especie de virus que los vuelve locos.

   A todo esto, entran en escena Meiko y Meicoomon, respectivamente una niña-felpudo «gome nasai for everything/gome nasai, I know I let you down/gome nasai ’till the end» y un furry a lo Gatomon venido a menos sin personalidad alguna que se hacen amigas de los Niños Elegidos en una serie de capítulos horrendos que se sienten más como autoinsertos en un fanfic que algo escrito por guionistas pagados. A su vez, también aparecen Nilosé y Nimeimporta, un par de agentes del gobierno con nombres 0% memorables y personalidades 100% intercambiables que no dejan de seguir a los chavales por todas partes.

   Y bueno, tras UN MONTÓN de capítulos de vil rellenuto llegamos a descubrir que Meicoomon es el vector de la infección, que Digimon Emperador (el primer gran villano de 02) sigue vivo y que el mundo digital ha sido reseteado, tragándose a los compañeros de digimon de los protagonistas. Los Niños Elegidos viajan al otro mundo a ver qué ha pasado y se encuentran con que sus antiguos compañeros ahora son un grupo de digimon bebés que no se acuerdan de nada.

¡AH, y también un montón de tensión sexual entre estos dos!


   El primer capítulo de la OVA empieza de una forma que realmente me pilló con la guardia baja y que positivamente me sorprendió. En esta secuencia inicial a modo de una película muda se nos confirma algo que todos ya sospechábamos que Nilosé y Nimeimporta fueron realmente los Niños Elegidos originales, antes incluso que los protagonistas de Adventure. En ella vemos a los compañeros digimon de los dos chavales haciendo un enorme sacrificio para evolucionar hasta convertirse en las Bestias Sagradas a cambio de la vida del compañero digimon de Nimeimporta con el fin de sellar a los Amos Oscuros.

   Y… ¿qué quieren que les diga? Esta parte es muy poderosa, pues nos explica el agridulce final que tuvo la primera generación de Niños Elegidos, nos permite conocer sus identidades y resuelve de un plumazo los interrogantes que se formaron al final de la primera temporada sobre unos personajes de los que solo sabíamos cosas mencionadas de pasada. Pero la cosa no termina ahí, ya que la escena está tan bien llevada que realmente parece el final de una temporada de la propia Digimon.

   Los seis minutos que dura me hicieron querer saber más sobre estos dos niños (que ojo, no sus versiones adultas), sobre sus digimon y sobre las cosas por las que habrán pasado. Es más, esta escena me hizo preguntarme por qué no estamos viendo una serie sobre la generación original de Niños Elegidos en vez de volver por enésima vez a los conflictos y traumitas de los creciditos y desaboridos protagonistas de Adventure, cuyas historias ahora mismo solo tratan de aprender OTRA VEZ las lecciones que aprendieron en un pasado de hace seis años que para nosotros se nos traduce en dieciséis del mundo real.

   ¿El resto del capítulo? El resto del capítulo es una larga, larga, laaaaaarga transición entre los eventos del final del último episodio de la OVA anterior y el resto de los de la presente. Aquí, los compañeros digimon de los protagonistas de Adventure no recuerdan a sus humanos y se muestran bastante reticentes a acercarse a ellos pese a los intentos de estos de que les recuerden. Sin embargo, como es de esperar en cualquier cosa venida del país del sol naciente, una rápida merienda con el típico food porn que cualquier estudiante lleva en una tartera se gana la voluntad de los asilvestrados bichos.

   ¿De todos? ¡No! Yokomon (la prevolución de Biyomon) decide que no quiere tocar a Sora ni con un palo de diez metros. Y claro, eso es una fuente de dramas tan grande que ni El Diario de Patricia podría hacer nada para remediarlo, de modo que gran parte de este episodio, del siguiente, del siguiente Y DEL SIGUIENTE tratan precisamente de esto. A Sora le tiran los genes de personaje femenino de shonen y se vuelve tan irritantemente depresiva que ríase usted de los del «haber si me muero» de Twitter, así que para rellenar unos cuantos minutos del reloj vemos a la chavala intentando acercarse a Yokomon y Yokomon mandándola a la mierda por pesada.

   Porque claro, es que ustedes no saben el horror, el trauma, LA TRAGEDIA HUMANA que supone que un ser que es poco menos que una mascota que habla no te recuerde en una serie de circunstancias que (en contexto) son del todo explicables. Vamos, que ahora mismo se pueden morir todos los familiares de uno y no sería capaz de padecer tanto dolor y sufrimiento como la pobre Sora en estos terribles momentos.

   Así que tendremos capítulo y medio yendo sobre esta desgarradora tragicomedia historia de interés humano hasta que haga su aparición…

¡¡¡METAL GEEEEAAAAAAR...!!!

  
   ¡SÍ, COMO LO VEN! ¡El terriblástico Machinedramon resucita de entre los muertos para que las cosas dejen de ser tan coñazo tras episodio y medio de melodrama y cargarse a los protagonistas de un plumazo! Los Niños Elegidos intentan hacer que sus compañeros evolucionen, pero es inútil y todos son salvados por un deus ex machina que los deja en distintas partes de la isla tragados por el ataque de la bestia.

   Al mismo tiempo, en este segundo capítulo las cosas avanzarán a violentos trompicones para que podamos volver a la trama de la serie en una rápida sucesión de eventos paralelos que se resumen en que Meicoomon busca desesperadamente a su amiga por todas partes del mundo en un barato intento de dar pena a la audiencia, Meiko apareciendo de la nada en el Mundo Digimon junto a Sora y Biyomon, y Nilosé descubriendo que su amiga Nimeimporta ha hecho una especie de pacto con una entidad oscura para que le devuelvan el compañero digimon que tuvo de pequeña, aquel que fue sacrificado para que ellos se salvasen.

Si esta escena no acaba a puños en un laboratorio
mientras un otaku se mea encima escondido en un armario,
me sentiré muy decepcionado.

  
   De esta forma, el tercer capítulo comienza realmente con un digimon apareciendo ante Nilosé para soltar un montón de exposición críptica en forma de nombres sin contexto en un intento de reenganchar a la audiencia a la trama en uno de los vertederos de información más desastrosos que he visto en mucho tiempo: en cuatro minutos se menciona de forma seguida la Homeostasis como una especie de dios benigno del mundo digital, la corrupción de Gennai, la traición de una Nimeimporta fanatizada, que Meicoomon es «el Libra» y repeticiones constantes a un tal Yggdrasil que está detrás de todo este asunto.

   Nunca, en ningún momento, se explica ni el contexto, ni la razón, ni la consecuencia de nada de esto; solo nombres, nombres, nombres y más nombres en una especie de disparo de la escopeta narrativa a ver si algún perdigón logra impactar en el interés de unos espectadores que si no fuera por la aparición de Machinedramon ya habrían abandonado la serie (yo el primero). Porque claro, ¿qué costaba explicar un poco más cada cosa? ¡O mejor! ¡¿Qué costaba ENSEÑAR Y NO CONTAR?! ¿Tan grande habría sido el sacrificio de capítulos de rellenuto y fanservice descarado como el de los baños termales para mostrar lo que verdaderamente está pasando en el mundo?

   ¡Y es que esto me cabrea! ¡Estamos en el decimoquinto capítulo de una serie que actualmente tiene dieciséis y aún no sabemos de qué va la trama! Sí, hemos visto cosas de la infección y la relativa importancia de Meiko y Meicoomon, pero entre unas cosas y otras lo anterior al reseteo del Mundo Digimon es pura paja, y lo realmente importante, la conspiración tras el reseteo para liberar todos los males del mundo una vez más son tratados como simples menciones de pasada o apariciones estelares de antiguos villanos como una especie de cameos glorificados.

   Pero eh, que ya se nos ha mencionado que Yggdrasil es el malo maloso de todo el embrollo (aunque sea absurdo porque Yggdrasil fue el villano de Savers, una serie en una continuidad DISTINTA A ADVENTURE), así que, para no ponernos gordos de interés, volvemos a la protagonista de la tragedia humana más grande de todos los tiempos: Sora.

   Sora sigue depresiva y Yokomon sigue hostil hacia ella. Y aquí podemos ver que los guionistas se pillaron los dedos en esto muy fuertemente, puesto que llevamos tres capítulos de lo mismo y sin ningún tipo de avance. Es más, la situación es tan penosa y patética que es Meiko, ¡Meiko!, la que le dice cuatro verdades bien dichas a Sora, la que fuera el personaje femenino más fuerte de la Adventure original, para que deje de comportarse como una imbécil llorica. Al parecer, en estos seis años Sora ha pasado de ser una chica fuerte y madura a una de esas petardas de «consejos vendo pero para mí no tengo», y claro, CANSA.

Sabes que estás siendo muy tontita si hasta la niña polla gome nasai se te pone farruca.


   En esos momentos aparece Digimon Emperador y ataca a las chicas para quedarse con Meicoomon antes de revelar su identidad como Gennai en una de las escenas más extrañas e incómodas que he visto en bastante tiempo.

   Gennai como villano es disfrutable. MUY disfrutable. No entiende de espacios personales ni tabúes a la hora de tocar a nadie sea del sexo que sea o independientemente de su edad, él simplemente actúa sabiendo que lo que hace está mal. Su comportamiento no dista del de un animal desbocado y por ello es altamente disfrutable: es retorcido y es sádico… y le ENCANTA. Su personalidad corrompida es enormemente opuesta a la de antiguos villanos con grandes planes o cuyas personalidades intenten ser sutiles; su plan se lo guarda para él (esto es, cuando se le ocurra al guionista) y mientras tanto goza de su maldad, algo que urgentemente estábamos necesitando en una serie en la que los únicos sentimientos que nos ha despertado hasta ahora son los de apatía y hastío.

   A partir de aquí la serie pegará un subidón adrenalínico con un Gennai enloquecido cabalgando a Machinedramon mientras persigue a los Niños Elegidos por toda la isla después de que estos pudieran reunirse por la gracia de otro deus ex machina que anula la subtrama del grupo separado durante un capítulo entero solo para forzar a Sora, a Yokomon y a Meiko a que tuvieran un momento a solas las tres. Y SIN EMBARGO, el grupo volverá a separarse una vez más con la mitad del grupo en un barco siendo atacados por Metalseadramon y la otra mitad por Machinedramon.

«This is the taste of a puta llorona, Sora Takenouchi».


    Ya por último, el cuarto capítulo consiste en una larga y molona batalla entre los dos grupos de Niños Elegidos y los dos Amos Oscuros. Tai y Matt consiguen hacer que sus digimon megaevolucionen para derrotar a Metalseadramon y los esfuerzos de todos contra Machinedramon permiten que el resto de digimons consigan también evolucionar, especialmente Biyomon, a quien solo le ha bastado que Sora se ponga en la línea de fuego para dejar de comportarse como una cría malcriada y dejar esa enemistad tan forzada. ¡Porque de eso va el poder del amor!

   Oh, y también Patamon alcanza el nivel Híper Campeón. Como la historia lacrimógena de mierda ya la tuvimos en la OVA anterior, el desarrollo de personaje se nos convalida esta vez pese a que técnicamente este Patamon tendría que haber pasado por otro arco de desarrollo de personaje. Pero total, ¡¿qué más da?! ¡¿Qué importa la consistencia en una serie que lleva desde el principio dando palos de ciego?!

   No obstante, los combates no dejan de ser una distracción y Gennai ataca a Meiko para obligar a Meicoomon a liberar su ira contra el mundo evolucionando una vez más, momento en el que termina esta OVA de cara a otros meses más de espera.

   SÍ, COMO LO LEEN: al final las OVAs de Digimon Adventure Tri no van a ser cuatro como una vez anunciaron, sino que ahora van a ser seis. ¡SEIS! ¡Con la quinta parte ya dispuesta a ser lanzada a mediados de este mismo año! Y esto me toca los huevos de mayúscula manera…

Aunque estos no son los únicos huevos
que acabarán tocados como la cosa siga su curso...


   La cínica estrategia de Toei ya ha salido a la luz y ahora, ya sea porque esto lo tuvieran planeado desde un primer momento o porque se pillaron los dedos al meter tanta paja y tan poca chicha, la serie no tendrá dieciséis episodios como una vez dijeron, sino veinticuatro. Esta gente ha visto que, hagan lo que hagan, la peña va a seguir yendo en masa a verla, pagando incluso por ir al cine a ver la serie, y han decidido extenderla. ¡De ahí que gran parte de los capítulos sean un constante desfile de clichés, dramas a la japonesa, fanservice y relleno barato! ¡Porque hagan lo que hagan realmente da igual!

   ¿Que meten tanto relleno que se pillan los dedos con la propia duración de la serie? ¡Lo van a comprar igual! ¿Que la serie lleva doce capítulos seguidos sin trama y que lo poco que hay es básicamente reciclar las lecciones de la Adventure original? ¡Lo van a comprar igual! ¿Que ahora que hemos alargado la serie porque nos pillamos los dedos metemos más rellenuto con un drama que no lleva a ninguna parte? ¡LO VAN A COMPRAR IGUAL!

   Y es que esta es mi mayor crítica hacia esta OVA, que llevamos dieciséis capítulos y es AHORA cuando empezamos a conocer la trama. Y no la conocemos porque la hayamos descubierto de manera natural, ¡ni siquiera eso!, la conocemos porque un personaje cuya función es soltar exposición nos ha mencionado elementos casi aleatorios de la misma de pasada.

   En los dieciséis primeros capítulos de la Adventure original los Niños Elegidos ya habían conocido a sus compañeros digimon, los habían evolucionado, habían terminado la trama Devimon y las Ruedas Negras y Etemon se acababa de revelar como el villano del segundo arco argumental. En los dieciséis primeros capítulos de Digimon 02 ya se nos había presentado a Digimon Emperador y los protagonistas acababan de obtener todos su primera digievolución y estaban descubriendo las segundas. En Tamers los chavales necesitaron dieciséis capítulos para evolucionar a sus compañeros digimon justo a tiempo para la amenaza de los Deva. Y dieciséis capítulos fue lo que Frontier nos dio para que los protagonistas tuvieran sus primeras evoluciones, descubrieran las segundas y se nos presentaran a los villanos de la serie. Y así sucesivamente.

   ¿Pero qué es lo que ha ocurrido en Tri estos dieciséis episodios? Una niña sin peso en la historia se hace amiga de los protagonistas y luchan contra un virus para nada porque el mundo acaba reseteándose y obligando los Niños Elegidos tengan que conocer de cero OTRA VEZ a sus compañeros. ¡Y esto en una serie de (de momento, porque visto lo visto…) veinticuatro capítulos! ¡Y encima teniendo en cuenta que la media de episodios de cada temporada de Digimon ronda los cincuenta! ¿Cómo puede ser que series el doble de largas no pierdan el tiempo en mostrarnos acción y trama a un ritmo trabajado y esta serie, este supuesto homenaje a los fans de la vieja escuela, lleve doce capítulos mirándose el ombligo?

[Inserte aquí referencia obligatoria al Fur-Fun]


   Que ojo, que esta tanda de episodios me ha gustado. ¡Lo digo en serio! La acción es muy buena e intensa, la historia de la primera generación de Niños Elegidos a modo de precuela es interesante y Gennai como villano me gusta aunque sea solo porque es el único personaje que parece disfrutar de algo en una serie en la que todo Cristo se pasa los días debatiendo el sexo de los ángeles o llorando en un rincón.

   Y es que es eso, Digimon Adventure Tri demuestra cada vez más que el equipo de Toei sigue teniendo ese toque que hizo a Digimon Adventure tan única. El gran problema es que Tri no es más que un sacacuartos glorificado y así va, lo cual es triste porque incluso yo admito que preferiría estar viendo una serie sobre la generación original de Niños Elegidos que ver a los protas de Adventure en plan pocho.

   ¿O es que ese era tu plan desde el principio, Toei, hacer que esta serie no sea más que un globo sonda para ver si a alguien le interesa más una serie precuela y engancharnos a ella como un cebo mal plantado?

   Yo lo único que sé es que estoy condenado a seguir reseñando esta maldad de serie hasta 2018.

   Que Dios se apiade de mi alma...

domingo, 5 de febrero de 2017

BoJack Horseman: retrato de un juguete roto.

«Back in the 90's 
I was in a very famous TV show
I'm BoJack the Horse!
BoJack the Horse!
Don't act as you don't know».
Canción de créditos de la serie.

   BoJack Horseman es uno de los mejores descubrimientos que he podido hacer en lo que a series de animación se refiere. Y lo digo así. Tal cual. Desde la primera línea. Y es que series como esta, como Historias Corrientes, como Archer o como Rick & Morty me hacen ver que vivimos en una época dorada de las series de animación, ya sean para niños o para adultos.

   Si bien es cierto que llevaba largo tiempo ignorando cualquier cosa que tuviera que ver con la serie por el efecto rechazo que me generaba el que la gente no parara de darme por culo el coñazo con el temita de «tío, tienes que ver esta serie», «tío, es que es muy buena esta serie», «tío, es que es muy profunda esta serie» y «tío, a ver si te mata un asesino en serie» y que acabé chupándomela justo a finales de este enero porque esencialmente no tenía otra cosa que hacer, sí es verdad que al final acabé descubriendo, como ya he dicho, una de las mejores series que he visto en mucho tiempo. Tres días me duró la serie entera. TRES DÍAS. Uno por temporada. Y no me arrepiento de esta decisión porque han sido tres días muy bien invertidos, como ahora verán a continuación.

   Y como siempre hago con una serie que me gusta y recomiendo, aviso de spoilers bastante tochos porque hay gente a la que al parecer le crece un ano en la frente si se les revela algo de la trama de un producto de entretenimiento.

Spoiler de esta reseña: la serie MAGUSTAO


   La serie trata sobre la decadente vida de un caballo que en un tiempo fue el protagonista de serie familiar ñoña de los años noventa tipo Cosas de Casa, Padres Forzosos o La hora de Bill Cosby, y que desde entonces no levanta cabeza. Llevando una vida completamente autodestructiva, se pasa los días emborrachándose, drogándose o simplemente autocompadeciendose mientras vive de las rentas que le proporciona su fama acompañado por Todd, un nini veinteañero que vive acoplado en su casa, y Princess Carolyn, su agente, con la que mantiene una de las relaciones más tóxicas y destructivas jamás vistas en televisión.

   Sin embargo, las cosas cambian cuando, tras meterse en un berenjenal por prometer a una editorial que escribiría una autobiografía pero al final no cumplirlo, le encasquetan a Diane Nguren Apellidoimpronunciable, una negra literaria que se convierte en su biógrafa y de la que se enamora, algo que ni siquiera funciona porque ella está casada con el señor Peanutbutter, un labrador retriever actor y protagonista de su propia sitcom familiar que es un claro plagio de la serie de BoJack. A través de los capítulos de la primera temporada, en donde sucede la trama de la autobiografía, conoceremos mucho mejor al televisivo equino, sus circunstancias y todo lo que le sucedió para acabar convirtiéndose en el borracho depresivo que es hoy en día.

   Finalmente, ya en la segunda temporada, el libro consigue publicarse y BoJack pega el pelotazo, siendo contratado para protagonizar la película Secretariat, basada en su héroe de la infancia y uno de los motivos por los que él de pequeño siempre quiso ser una estrella. Sin embargo, pronto descubrirá que el mundo de la gran pantalla no es tan glamuroso como se las prometía y que hay sueños que es mejor que no se cumplan, lo que le lleva a una nueva espiral de infelicidad.

   Y con esto, la tercera temporada será la gota que colme el vaso de BoJack: la película logra terminarse independientemente de su participación y el caballo acaba convirtiéndose de nuevo en una superestrella. Pero cuanto más asciende en la fama, más vacío se siente, llegando a plantearse incluso si esto era lo que él quería desde un principio. Todo el mundo se aprovecha de él, y los pocos amigos que aún le quedan han ido creciendo tanto, tanto en lo personal como en lo profesional, mientras él se seguía hundiendo en su propia miseria que él mismo los rechaza. Al final, BoJack desaparece, rehuyendo de la fama en casi un intento de suicidio que deja las cosas abiertas para el inicio de una cuarta temporada.

Y esta viene a ser la moraleja final de esta serie.


   La clave para entender el drama de BoJack Horseman, como han podido comprobar, es que BoJack es un peón. Un simple y vulgar peón en los juegos de terceros. El personaje ha llevado toda su vida siendo avasallado o manipulado por los demás, haciendo las cosas que otros querían mientras le engañaban (y se autoengañaba) haciéndole creer que esto es lo que de verdad quiere hacer. Y él se lo creyó del todo hasta encontrarse a años luz del punto de no retorno.

   La vida opulenta que muestra BoJack externamente es un contraste con lo vacío que realmente se siente, y cuanto más avanza en su carrera como actor, más empeora como persona, sobre todo cuando es capaz de ver los tejemanejes y las corruptelas que se llevan a cabo tras las bambalinas, algo particularmente notable en la segunda y tercera temporadas: la película sobre el legendario caballo de carreras Secretariat es una auténtica mierda que se salta o manipula convenientemente escándalos de la vida del personaje para satisfacer a grupos demográficos, el metraje se termina con un clon en CGI del propio BoJack tras haberse largado mientras él se lleva el mérito de un trabajo que no ha hecho, los galardones que obtiene por Secretariat son mayormente comprados o resultado de una concienzuda campaña publicitaria y toda la gente que llega a su vida tras convertirse en un famoso actor cinematográfico se acercan a él por la fama.

   BoJack no hace nada ni tiene derecho ni a decidir ni a opinar. Él está ahí para poner la cara y a celebrar méritos completamente vacíos en un intento de autoengañarse. Pero incluso él mismo sabe que todo esto es efímero y que acabará chocándose tarde o temprano contra el muro de ladrillos que es la realidad, momentos de lucidez que le llevan a replantearse su vida y escapar de vez en cuando para perseguir oportunidades ya pasadas, como antiguos amores que le permitan empezar de cero o hacer las paces con un amigo al que traicionó. Y sin embargo, ni con esas tiene derecho a ser feliz: esas puertas hace mucho que se cerraron, le guste o no, y cada dosis de realidad es un clavo más en su ataúd al verse cada vez más atrapado por su falsaria vida de farandulero.

Y es que, al final, todos los deseos de BoJack se hacen realidad.
TO-DOS


   El hundimiento vital de BoJack entra en un contraste con las vidas de aquellos que le rodean, gente que ha ido encontrando mejores oportunidades laborales y mejoras personales que les permiten evolucionar como personajes: Diane se convierte en una escritora de éxito, Todd tiene varias aventuras empresariales que le permiten valerse por sí mismo, Princess Carolyn funda su propia empresa de talentos y el señor Peanutbutter acaba convertido primero en presentador televisivo y después en candidato a Gobernador de California. Todo esto ellos lo han conseguido gracias a sus esfuerzos, sacrificios y duro trabajo en contraposición a un BoJack que se limita a vivir de las rentas.

   Las tóxicas relaciones que mantiene BoJack con los poquísimos amigos que posee le dan un toque extra al personaje. Una de sus principales características es que, a raíz de los abusos que recibía de sus amargados padres, es una persona enormemente dependiente con un miedo al rechazo y un miedo al fracaso acojonantes:
  
   BoJack acogió a Todd simplemente para tener a alguien que dependa de él, y cada oportunidad que el chaval tenía de mejorar su vida, él la saboteó para preservar el statu quo. Princess Carolyn trata a BoJack como un peón y como una muleta emocional en una peligrosísima relación de codependencia. Su relación con Diane se basa en que ella es quien más le comprende y es alguien de confianza para él, pero al mismo tiempo por eso mismo se permite el lujo de abusar de ella creyendo que estará «siempre» por y para él. Y así sucesivamente.

   El miedo a fracaso de nuestro protagonista le obliga a no tener pasión por nada, como mucho a tener una chispa de ella que rápidamente se apaga a la primera decepción, motivo por el cual deja de esforzarse, ya que cuanto menos se esfuerce, menos posibilidades habrá de sentir el fracaso. Sin embargo, esto mismo se convierte en una profecía autocumplida que le lleva a enterrarse cada vez más profundo en su propia mierda.

Cuanto más alto llegues, más grande (y solitaria) será la caída.


   Pero si hay algo por lo que BoJack Horseman destaca es, sobre todo, por ser un fiel reflejo de la industria de Hollywood en general. La vida de la farándula es una espiral sin fin de hipocresía, falsedad y superficialidad, y así lo hace constatar esta serie.

   A lo largo de ella veremos numerosos ejemplos de escándalos absurdos, corrupción y manipulación que nos demuestran cómo de laxa es la moral hollywoodiense en todos los aspectos. Pero si bien el principal ejemplo de esto es el propio BoJack, no podemos olvidarnos del personaje de Sarah Lynn, una parodia de todo en lo que se convierte una niña actriz al cabo de los años dentro de un mundo cuya industria se traga a jóvenes promesas para escupirlas años más tarde como auténticos despojos humanos que serán sustituidos por la nueva estrella infantil/juvenil del momento. Sarah Lynn, si bien no es alguien entrañable o que sea fácil de coger cariño, es un personaje trágico, una niña actriz convertida en el sueño pajillero de los adolescentes que crecieron con ella y al final una drogadicta que tira su vida por la borda mientras le come la fama la siguiente adolescente molona de turno. Un auténtico juguete roto.

   Durante el transcurso de sus tres temporadas y contando, BoJack Horseman nos hablará de cómo cualquier matao es capaz de luchar con aletas uñas y dientes por conseguir sus quince minutos de fama por medio de un escándalo alimentado por la rastrera prensa amarilla, de cómo el dinero es capaz de comprar el silencio y la impunidad de gente horrible, de cómo hay individuos capaces de capitalizar tragedias humanitarias en pos de reconocimiento (¿les suena de algo?), de cómo el sueño americano y el ideal liberal de triunfo («trabaja duro y conseguirás todo lo que te propongas») es una patraña, o de cómo realmente todos aquellos por debajo de directores y productores son peones prescindibles en el eterno juego de ganar pasta gansa.

   El ahogamiento es un elemento recurrente que veremos de una forma cada vez más constante, un símbolo de la situación en la que tanto BoJack como otros se encuentran. Los personajes de esta serie están ahogados, asfixiados, hundiéndose en sus propias miserias sin poder salir a flote ni tener a nadie que les eche una mano; son gente que saben que sus vidas están mal y tienen intención de cambiar, pero sus vicios e inseguridades son más fuertes que ellos y siempre acaban saboteando sus esfuerzos para volver al mismo punto de partida del que tanto querían escapar.

Y estos tres son solo los ejemplos iniciales.

  
   Aparte, en lo que respecta al departamento de humor, BoJack Horseman, a pesar de ser un drama de los que hacen época, contiene una serie de chistes que, aunque no den para auténticas carcajadas, sí son necesarios de señalar. Al tratarse de un mundo en el que humanos y animales antropomorfos conviven como iguales, la serie contiene un montón de referencias y parodias a cada cual más inteligente, a menudo con juegos de palabras o pullas visuales. Aunque parezca mentira mencionarlo, realmente es curioso ver el ingenio con el que los guionistas de la serie han pensado en cada detalle y cómo se devanan los sesos para pensar en pullas cada vez más ingeniosas.

   Y es que esa es una palabra con la que se puede describir BoJack Horseman: «ingeniosa». Al igual que ocurrió con Historias Corrientes, de la que hice ya una entrada, el hecho de que sea animada no la hace infantil ni mucho menos, y una vez que pasas por alto el hecho de que la mitad de los personajes sean animales antropomorfos, te encuentras con una serie muy reflexiva y existencial sobre personajes muy humanos cayendo en picado en un mundo dominado por la doble moral, la hipocresía, el egoísmo y el interés.

   Que ojo, la serie no está falta de carencias. Un defecto bastante notable bien puede ser el hecho de que haya capítulos de auténtico relleno en los que no se avance la trama ni el desarrollo de nada con tal de tener el número de episodios estipulados contractualmente por temporada, y sobre todo que haya capítulos en los que las miserias del propio BoJack parece que nos las estén restregando por la cara en pos de la pena fácil. Sin embargo, no son más que pequeñas quejas para una serie que tiene mucho que ofrecer y que he devorado en tres días de lo que me ha gustado.

   En conclusión: MAGUSTAO y encarecidamente la recomiendo si quieren disfrutar de un buen drama adulto y existencial.

¡Y cuidado con las pullas visuales, que si parpadean se las pierden!

lunes, 23 de enero de 2017

Un sincero adiós a Historias Corrientes.


«Técnico: ¿A quién le gustaría que Rasca y Pica se enfrentaran a problemas de la vida real como los que tenéis a diario?
Niños: ¡A mí! ¡A mí! ¡A mí!
Técnico: ¿Y a cuántos os gustaría lo contrario, que vivieran situaciones imaginarias con robots y poderes mágicos?
Niños: ¡A mí! ¡A mí! ¡A mí!
Técnico: O sea… que queréis una serie realista y normal… que esté plagada de poderes… y mágicas fantasías».
Los Simpson, El Show de Pica, Rasca y Poochie.

   Empezamos 2017 en este blog de una forma que nunca pensé que sería posible. Y no, no me refiero a empezar una entrada en el mismo enero pocas semanas después de haber escrito otra y sin cuatro meses de pereza extrema entre medias, sino con una carta de despedida a una serie que poco a poco se ha ido ganando un hueco muy grande en mi memoria como una de las mejores series de televisión que he visto y veré nunca: Historias Corrientes.

   Esta entrada no es una reseña al uso, aquí no hablaré de la escasa trama de la serie ni escribo esto para comentar su humor ni maravillarme con su capacidad para trabajar con referencias pop. Para eso está el ver la serie, la cual recomiendo encarecidamente. En su lugar, esta entrada es más una carta abierta de despedida, los pensamientos y conclusiones a los que he llegado nada más terminar de ver esta serie, las cosas que me ha enseñado y, sobre todo, qué he sentido viéndola.

   Eso sí, tratándose de este tipo de cosas, esta entrada contiene numerosísimos spoilers, así que si no han visto esta serie nunca… ¿A QUÉ ESTÁN ESPERANDO?

   Y es que no es para menos, pues la obra maestra de J. G. Quintel sobre un pájaro azul llamado Mordecai y un mapache llamado Rigby a los que les pasan todo tipo de fantasiosas aventuras es toda una lección sobre la madurez, ese momento en que dejamos de ser adolescentes y nos convertimos en adultos hechos y derechos con nuestras preocupaciones, responsabilidades y obligaciones. Parece mentira que una serie que es conocida sobre todo por su grotesca imaginación, su nostalgia ochentera y noventera y su sentido del humor absurdo pueda convertirse en una de las series más profundas que podamos haber visto. Y sin embargo, es así.

   Lo cual hace de esta serie algo maravilloso.

¿Un pato Megazord con pantalones rotos, zapatillas altas, una gorra de camionero noventera,
un Power Glove y que surfea en una guitarra eléctrica en el espacio? ¡¡¡COMPRO!!!


   Bajo ese aspecto infantil, aleatorio y disparatado en el que cualquier tontería se puede convertir en un asunto del que literalmente dependa el destino del universo, Historias Corrientes es una fantasía bien basada en una dura realidad: NUESTRA realidad. A lo largo de la serie hemos visto cómo esa fachada de divertidísimas absurdeces mágicas con robots, monstruos y artefactos mágicos de todo tipo ha ido desmoronándose sutil y paulatinamente para dar paso a una historia sobre qué significa madurar, ser un adulto, tener responsabilidades y lo que nos aguarda el futuro a través de los ojos de sus personajes… y los nuestros.

   Una de los mayores puntos fuertes que tiene esta serie con respecto a cualquier otra es precisamente que la línea que separa lo real de lo fantasioso está tan difuminada que ambos mundos se mezclan en el imaginativo caos que envuelve cada uno de sus capítulos. En este aspecto me recuerda a Earthbound, el videojuego en el que unos niños deben salvar el mundo de una amenaza extraterrestre y en donde todos sus eventos perfectamente pueden ser confundidos como un juego de niños y viceversa, con los niños convirtiendo en equivalencias entendibles para sus infantiles mentes situaciones adultas de la vida real demasiado crudas o extrañas para ellos. Siendo así, no es extraño ver todo el potencial del que Historias Corrientes dispone, pues es capaz de aunar realidad y ficción para ofrecer a cada miembro del público lo que quiere ver: coloridas fantasías para los niños y sentimientos basados en la realidad para los adultos.

¿Una serie sobre dos amigos que viven mágicas aventuras? La tenemos.
¿Una serie cuyos temas sean la madurez, el fin de las amistades, las rupturas de pareja
y un cuadro clínico de depresión entre otros muchos palos? TAMBIÉN


   Sin embargo, toda esta fantasía no oculta que en su esencia mantiene los pies en la tierra y su objetivo es precisamente narrar una historia adulta y real. Por cada dios arcano que despierta de su letargo para devorar el mundo, por cada tontería diaria convertida en una amenaza capaz de distorsionar el espacio-tiempo, por cada abominación primigenia invocada, por cada supervillano contra el cual los trabajadores del parque son los elegidos destinados a derrotarlo existe una lección sobre la vida real que aprender.

   Pero al contrario que en cualquier otra serie que ofrezca moralejas a su audiencia, principalmente en la forma de ñoñadas tipo «la amistad lo puede todo» o «el amor es para siempre», Historias Corrientes ofrece lecciones muy duras sobre la vida real que todos acabaremos aprendiendo tarde o temprano: no sois más que el resultado de un sistema educativo que os mastica de pequeños y os escupe como adultos enseñados a servir como mano de obra, da igual las notas que sacarais en el colegio porque nada os va a salvar de un trabajo desagradecido, mal pagado y que probablemente no tenga que ver ni con lo que habéis estudiado; las amistades son efímeras y cuanto mejor sea tu amigo más desgastada acabará vuestra relación, el amor de vuestra vida un día desaparecerá y aun así será mejor que seguir con esta persona mediante el temido «amor compañero», los días de inocente felicidad que tuvisteis de pequeños nunca volverán…

   En definitiva: da igual lo que hagáis en la vida porque sois unas motas de polvo insignificantes en este mundo, pero eso no quita que debáis seguir intentando ser las mejores personas posibles.

   En este sentido la madurez que alcanza la serie incluso afecta a las amenazas a las que se enfrentan nuestros protagonistas día sí y día también. Conforme vamos alcanzando nuevas capas de realidad, los monstruos, los magos, los robots y las aberraciones van dando paso a villanos más anclados en nuestra vida diaria como dependientes groseros, funcionarios incompetentes o ese profesor que te tiene manía sin motivo aparente. Las exageraciones siguen estando presentes en la serie, e incluso de vez en cuando veremos alguna situación extraordinaria (sobre todo en la forma de algún Final Boss de temporada o eventos que den paso a la gimmick de la temporada siguiente), pero serán más las excepciones en pos de un clímax antes del final para seguir hablándonos de aquellas cosas que más conocemos y comprendemos, dándole un significado cada vez más literal a la parte de «Corrientes» a la que las historias del título hacen referencia.

Un profesor capullo al final puede ser una mayor amenaza y a un título mucho más personal
que un mago malvado.


   Es por este motivo por lo que vemos el verdadero corazón de Historias Corrientes y su punto más fuerte: su enorme empatía. Quintel nos ha demostrado que es un autor que sabe captar no ya la atención de un público, sino que es capaz de hablarle, de hacerle sentir, de dirigirse de tú a tú a sus espectadores y de permitir que estos se sientan enormemente identificados con las situaciones que sus personajes viven.

   Al contrario que productos como un Undertale diseñado cínicamente para apelar a las emociones e inseguridades de un público mediante mecanismos de proyección de dichas inseguridades en personajes planos y estereotipados o unos artículos de Buzzfeed basados en apelar gratuitamente a la nostalgia para una audiencia sin criterio, Historias Corrientes es una obra creada a partir de la más pura de las empatías.

   Pese a su carisma, nadie en su sano juicio querría ser alguien como Mordecai o como Rigby, pues no dejan de ser un par de veinteañeros que han fracasado en todo lo que han emprendido y han acabado barriendo hojas en un parque. No son más que unos mataos obsesionados con una cultura pop que les ha servido para llenar sus vacíos existenciales fruto de ser los marginados del colegio, por no hablar de que son unos malos compañeros de trabajo y, dependiendo del guionista que toque en ese momento, hasta malos amigos o psicópatas en potencia. Sin embargo, sus vivencias son lo que más nos interesan e inspiran: Mordecai lucha por conseguir su lugar en el mundo encontrando a su media naranja pese a que sus relaciones sentimentales suelen acabar más mal que bien, y Rigby consigue volver al instituto para terminar de graduarse con el fin de ganar un respeto que cree deberle a su novia y tal vez abrir así un nuevo futuro que sea más digno para él.

   Las vivencias realistas de sus personajes son contadas de la forma que solo puede hacer alguien que las haya experimentado; cosas como ser el pringado del colegio, ser un becario y que todo el mundo te putee por ser el último mono, las tensiones de tener pareja, la dura compaginación del trabajo por tu gusto por los videojuegos, el cine o cualquier otra forma de entretenimiento… En definitiva, ¡cómo crecer en un mundo que te llena de obligaciones y luchar para seguir siendo tú mismo! ¡El tipo de cosas que uno debe vivir si quiere hablar bien y con propiedad de ellas!

Historias Corrientes es la única serie que nos ha demostrado que
cosas como conseguir terminar los estudios pueden ser mayores aventuras
que detener a la enésima abominación de turno.

   El sentimiento de identificación con sus situaciones puede llegar a ser enorme, y ahí es donde entra la difuminación entre la realidad y la fantasía. Mordecai y Rigby son dos post-adolescentes que viven atrapados en un mundo sin alicientes y trabajando de barrenderos en un parque, por lo que llega un momento en que incluso podamos llegar a pensar que todas las aventuras que viven tienen una parte más fantasiosa que real. Y cómo culparlos…

   Todos nosotros nos hemos encontrado en situaciones así, en jornadas aburridas e interminables de tareas o trabajos en las que uno acaba abstrayéndose a un mundo de fantasía para evitar perder el juicio. Y lo mismo pasa con cualquier otra de las situaciones que nos propone: el creciente temor a perder amigos con el tiempo, el deseo de querer aprovechar el todo el tiempo que podamos con un ser querido que vemos que se escapa de nuestras vidas, la frustración ante una vida que no da segundas oportunidades ante un futuro cada vez más incierto… ¡hasta el miedo que teníamos de pequeños a meter la mano en el reproductor de vídeo y que se nos quedara la mano atascada se encuentra aquí! Todo ello contado con situaciones, frases y hasta pensamientos que todos sin excepción habremos tenido o dicho alguna vez en nuestras vidas, algo reconocido hasta por Quintel mismo.

Only 90's kids will remember!


   Si bien la serie tampoco es perfecta y sufre de muchos altibajos, Historias Corrientes es también una historia de transición sobre el propio Quintel, algo que podemos ver temporada tras temporada (amén de que a estas alturas es un secreto a voces que el personaje de Mordecai lo hizo directamente basándose en sí mismo, lo cual ayuda a entender ciertas cosas).

   Tras tres MEMORABLÍSIMAS temporadas cargadas de sentidísimos homenajes y celebraciones a la cultura pop alcanzamos una sosísima cuarta temporada en la que nos introducen al personaje de Thomas, un becario sin peso alguno en la serie y cuya función es «estar ahí», seguida de una deprimente quinta temporada centrada en la tristísima vida amorosa de Mordecai y sus inseguridades más una sexta temporada que es un meh absoluto y que termina en la desaparición de un más que olvidable Thomas ahora convertido en un superespía ruso. Pero después de una RECOMENDADÍSIMA película y numerosos rumores de cancelación, la serie vuelve a la estabilidad con una séptima temporada más variada en sus temáticas, ya más ancladas en la realidad, hasta alcanzar un clímax final en el espacio porque ya total pa’qué y su EPIQUÍSIMA resolución en la octava temporada.

   A lo largo de las ocho temporadas de la serie vemos un proceso de creatividad absoluta seguida por una de estancamiento, otra de práctica desesperación y otras de puro desarrollo de personajes en las que los trabajadores del parque y el propio mundo de Historias Corrientes se van transformando y maduran conforme lo hacen la propia serie como el programa de televisión que es, Quintel como artista y hasta la misma audiencia. Como ya dije anteriormente hasta la saciedad, la fantasía desbocada da paso al más sincero de los realismos (lo que no quita valor ni a sus partes más entretenidas ni a su sentido del humor) y a partir de ahí a un crecimiento tanto interno como externo de los personajes y lo que les rodea.

Y la música... ¡QUÉ MÚSICA!

   Y este es el punto al que quería llegar, pues si bien es cierto que me pesa el ver acabada una serie con la que tan identificado me he sentido y con la que tanto he disfrutado, no puedo tampoco dejar de sentirme aliviado por el mismo hecho de que termine: Quintel ya ha contado todo lo que quería contar y siempre será mejor que la serie acabe por sí misma a que sea inceremoniosamente cancelada.

   Por ese motivo no puedo dejar de recomendar Historias Corrientes, pues es la serie que mejor representa a una generación, a mi generación, nuestra generación, y en definitiva, la generación de su autor, un joven que ha conseguido narrar el sentir de muchos de nosotros a través de una serie de animación cuya premisa original no era más que la de «cosas raras pasando porque sí». La estasis ochentera-noventera del mundo de esta serie es una divertida evocación a un pasado que no volverá que a la vez sirve de plataforma de lanzamiento para enseñarnos, tanto a nosotros como a los que están por llegar, unas valiosas lecciones sobre el futuro.

   Y es que, a pesar de su tan aplastante y sincero realismo, Historias Corrientes termina en una nota positiva con un último mensaje final: puede que muchos de nosotros nunca podamos alcanzar nuestros sueños y ambiciones de pequeños, pero eso nunca nos impedirá vivir una buena vida ni disfrutarla con nuestros amigos.

   Ya sea como una comedia con elementos de fantasía (o mejor dicho, de realismo mágico), una fuente de gifs y memes, un viaje nostálgico para aquellos que nacimos en los ochenta y los noventa o una sincerísima representación de la vida de toda una generación, Historias Corrientes es una serie que me ha encantado, que me ha marcado, que me ha hecho reír y hasta me ha hecho llorar. La cautivadora obra de J. G. Quintel sin duda me ha llegado al corazón y se ha ganado un buen espacio en él.

Jolly good show...