domingo, 25 de septiembre de 2016

Digimon Adventure Tri 3: melodrama a la japonesa.

«Gomen nasai for everything
Gomen nasai, I know I let you down
Gomen nasai till the end
I never needed a friend

Like I do now».
T.A.T.U, Gomen asai.

   Y después de otros seis meses vuelve a aparecer cual odioso examen global Digimon Adventure Tri, la serie que Toei lleva sacando por fascículos desde finales del año pasado para amortizar gastos y forzar expectativas sobre una trama que a priori puede darse con un canto en los dientes si la tacháramos de pedestre e insulsa, todo, cómo no, gracias al rellenuto, al fanservice y a una recién descubierta tensión sexual entre los personajes de Matt y Tai.

   Como a estas alturas de la película tampoco hay mucho que contar a modo de prólogo, dejo los enlaces tanto de la primera parte como de la segunda de esta serie de reseñas porque bien DENSITOS han de ser si al ver el tres del título no han sospechado de la tercera parte y empiezan desde aquí y paso a resumir la escasa sinopsis de todo lo que ha pasado hasta ahora.

   Los Niños Elegidos de la Digimon Adventure original son ahora unos adolescentes con sus insustanciales vidas cargadas de obligaciones en el mundo real que intentan sobrellevar como buenamente pueden y acorde con sus formas de ser. Sin embargo, cuando una serie de digimons invaden este mundo, los compañeros de los Niños Elegidos aparecen para hacerles frente.

   Bajo la intensa vigilancia de una pareja de agentes gubernamentales con menos personalidad que un tablón de madera a los que llamaremos Nilosé y Nimeimporta por sus personalidades intercambiables, nuestros héroes conocen a un estereotipo de niña felpudo llamada Meiko y a su compañera digimon Meicoomon (M&M’s para resumir) que harán las veces de autoinserto de cualquier fanfic mal hecho solo que esto lo debemos considerar canon.

   M&M’s y los Niños Elegidos no tardarán en hacerse amigos aunque sea porque, como cabe esperar de todo fanfic en el que el autor se inserta en la obra, no queda más remedio mientras los segundos tratan de compaginar sus vidas cargadas de compromisos con sus vidas de héroes, llevando a todo tipo de conflictos (unos mejor llevados que otros) y que se saldarán con los respectivos compañeros digimon evolucionando al nivel Híper Campeón (o Cuerpo Supremo, como quieran llamarlo). Sin embargo, las cosas se tornarán oscuras cuando aparece Leomon, el que Kenny de la serie, para morir a manos de un Meicoomon que se descubre como la causa de una infección que está afectando a los digimon; todo ello bajo la supervisión de un revivido Digimon Emperador.

Ah, y también un mural cada vez más grande
sobre la tensión sexual no resuelta entre estos dos.


   La tercera parte abre con un capítulo de transición entre el final de la segunda parte en el que Meicoomon desaparece en un portal interdimencional al finalizar el festival escolar y el nudo de esta minisaga. Protagonizado por Nilosé y Nimeimporta por un lado y Meiko por otro, vemos cómo los primeros siguen siendo personajes vagamente definidos que intentan mantener con la audiencia unos secretos cada vez más transparentes mientras que Meiko ha entrado en un estado de petardez suprema definida por un falso estoicismo seguido de episodios de pánico y lloriqueos. Lástima que estos tres personajes sean tan SOSOS, porque al final, a pesar de tanto dramatismo y tanta tensión, no consiguen sacarme de mi indiferencia inicial hacia los tres.

   En temas del argumento, la infección de Meicoomon se ha extendido a ordenadores y aviones de todo el mundo. Las máquinas empiezan a fallar de forma cada vez más frecuente y que exasperan a Izzy, el genio informático, que no es capaz de dar con la clave y se pasa noches sin dormir, lo que afecta a su comportamiento. Sin embargo, a pesar de las peleas y competiciones entre los Niños Elegidos de quién se saca más la chorra (que pueden o no ser literales en el caso de Matt y Tai), es el propio Matt quien decide hacer lo sensato y verse con los agentes gubernamentales N&N para sacar respuestas en forma de un documento secreto.

   El segundo capítulo ya nos mete más en situación y empieza fuertecito cuando T.K visita a Izzy en el laboratorio en el que está investigando la infección. Patamon quiere ver a su humano y se escapa del área de contención diseñada para que los compañeros digimon no se vean afectados, con tal mala PATA (las piedras las espero a la salida) de que se infecta al instante e incluso ataca a T.K sin que nadie más se dé cuenta. Ante eso, el chaval solo tiene una opción lógica: comentarle a Izzy y a los demás lo sucedido e idear una cura rápida para que la infección no se extienda más.

   SIN EMBARGO, T.K, como es japonés, hace lo que cualquier japonés hace en una situación tan grave como esta: callarse como una puta y ocultar lo que pasa mientras aún hay solución, llevarse a Patamon a casa aun a riesgo de expandir la infección y poner en peligro a sus compañeros, dar al digimon por muerto y entrar preventivamente en las primeras fases del luto, engañar a los demás para que saquen de la zona de contención más a menudo a sus compañeros digimon a sabiendas de que podría pasarles lo que a ellos y, cuando el problema se haya agravado tanto que ya no tenga solución, lamentarse y llorar porque nadie hizo nada al respecto a la espera de que el problema se solucione solo. ¡Y ADIVINEN QUÉ ES LO QUE SUCEDE!

   Con esto de premisa, tendremos un capítulo casi de relleno en el que veremos a T.K actuando completamente fuera de personaje, mintiendo a sus amigos y poniendo tanto sus vidas como las de sus compañeros digimon en peligro (incluso Matt llega a confrontarle para saber qué es lo que oculta a modo de última advertencia y T.K decide mentirle a la cara para salirse por la tangente) mientras la petarda de Meiko intenta batir el Record Guinness en cuántas veces puede disculparse al minuto por cosas que no tienen nada que ver con ella como el felpudo humano que es.

   Lo único interesante, como es habitual en esta serie, ocurre cerca del final: un apagón masivo deja sin electricidad a Japón solo para que un mensaje amenazador de parte de los digimon ilumine el país anunciando el fin del mundo humano y que Kari, como buen arquetipo mesiánico que es, acaba siendo poseída por una fuerza misteriosa. Y con esas terminamos capítulo porque, una vez más, los que guionizan esta serie no son los guionistas, sino el equipo de marketing.

Es MUY JODIDO que Patamon, el digimon más infantil y optimista de todos,
tenga más huevos que T.K en esta situación.


   Patamon abre el tercer capítulo demostrando ser el personaje que más huevos tiene de toda la serie pidiéndoles a sus otros amigos digimon que acaben con él sin piedad si llegara a terminar de infectarse, momento en el que una Kari poseída se acerca a ellos. A través de ella habla una voz que anuncia que es demasiado tarde para salvar el mundo digital y que lo mejor que se puede hacer a estas alturas es un borrado del sistema que ocurrirá la próxima vez que Meicoomon vuelva a aparecer en el mundo humano.

   Kari pierde el conocimiento y la voz desaparece. Las palabras de la entidad sientan como un mazazo a los digimon, quienes son conscientes de que resetear el sistema operativo del mundo digital, aunque sea lo único capaz de salvar el multiverso, conllevaría sacrificar quiénes son ellos y los recuerdos de sus compañeros humanos. Aun así, deciden que lo mejor será seguir con el plan y pasar las últimas horas que les quedan de vida junto a los Niños Elegidos.

   El capítulo entero estará dedicado entonces a cómo los compañeros digimon, a menudo y tradicionalmente vistos como una extensión de la personalidad de los personajes principales de cada temporada, adquieren un gran desarrollo como personajes propiamente dichos. El capítulo es muy agridulce y todos los momentos conllevan una sentimentalidad aplastante pero bien llevada que termina con parte de los digimon confesando a sus humanos que la solución más viable es el reinicio y que están dispuestos a sacrificarse por el multiverso.

   Por su parte, Izzy descubre que la anomalía es un cambio radical en el código del sistema del mundo digital y ello arrastra el código de las realidades del multiverso. El chico se mortifica pensando en que, a pesar de todos sus conocimientos, estos son demasiado limitados para la tarea, pero Tentomon le anima a seguir. Todavía tienen tiempo hasta que aparezca Meicoomon…

   Como pueden apreciar, este capítulo es muy especial en tanto en cuanto, salvo por el sumidero de exposición inicial muy convenientemente descubierto, son los digimon los verdaderos protagonistas, cada uno llevando a su modo sus propias crónicas de una muerte anunciada mientras cargan con el peso del universo en sus espaldas. Esta vez el villano no es un enemigo físico como sus anteriores adversarios, sino un desastre natural, una especie de enfermedad congénita que les afecta a todos y contra la que no tienen otra solución que sacrificarse antes de que haya más bajas.

   Se trata, sin dudas, de un episodio especialmente sentimental en el que sus protagonistas viven una situación totalmente novedosa y devastadora para ellos y que les hace sacar lo mejor de sí mismos sin melodramas ni japonesadas, sino un estoicismo verdadero y agridulce genialmente dirigido. 

¡Es la hora de los furries!


   El cuarto capítulo se convierte entonces en la contraparte del tercero al estar dedicado enteramente a la acción. Y, aunque POR FIN, tras incontables capítulos de aburrido y tedioso relleno por conflictos que se habrían resuelto si los personajes no fueran retrasados, empezamos con la acción, el cumplimiento de este prospecto se vuelve un lúgubre recordatorio de que el fin está cerca.

  Meicoomon, esta vez convertida en un furry sexualizado que amenaza con quitarle el puesto de Reina del Porno a Renamon, vuelve a aparecer en Odaiba para causar problemas y los Niños Elegidos junto a sus compañeros digimon luchan para detenerla y devolverla a la distorsión. Sin embargo, la infección de Patamon y el hecho de que la propia Meicoomon sea el vector de la enfermedad hará que los digimon protagonistas sucumban uno a uno a la infección de forma más que trágica.

   Los combates de este capítulo son sin duda su punto más fuerte. ¡Por fin tenemos la acción que tanto tiempo se nos había negado! Y eso que realmente, más que un combate, es un tira y afloja entre el grupo de digimon protagonistas y Meicoomon para que no salga de la distorsión. Pero al mismo tiempo es ahí donde entra la infección en juego, pues cuanto más luchan todos, más vulnerables se vuelven a la enfermedad, que acaba por controlarlos a todos para volverlos bestias salvajes en otra escena genialmente dirigida. Uno a uno van sucumbiendo a la enfermedad, olvidando quiénes son ellos y quiénes son sus amigos para perseguir y destruir cualquiera cosa que detecten como un enemigo.

   Lo peor del asunto viene cuando Izzy descubre que el Reboot causado por Meicoomon ocurrirá en menos de diez minutos. Izzy y Tentomon van a ayudar, pero es demasiado tarde y solo pueden procesar un campo protector para salvaguardar los datos de los compañeros digimon a modo de copia de seguridad. Sin embargo, y pese a la megaevolución de Tentomon en HerculesKabuterimon, lo único que pueden hacer los Niños Elegidos es ver, impotentes, cómo todos sus compañeros son tragados por la grieta interdimensional y son borrados de la existencia.

¡Ya sabéis, niños! ¡Si alguna vez ponéis en peligro a vuestros amigos,
recordad que todo se puede solucionar echando balones fuera y llorando mucho!
¡Así todo se solucionará no os sentiréis culpables de nada!


   El último capítulo empieza una semana después de los acontecimientos del tercer episodio y del borrado de los digimon. Unos Niños Elegidos derrotados y deprimidos no consiguen afrontar la pérdida de sus compañeros, de modo que deciden viajar al mundo digital a ver qué es lo que está pasando y volver a encontrarse con sus digimon aunque estos ya no les recuerden.

   Es en ese momento en el que se reúnen en el lugar en el que apareció Meicoomon y, con la ayuda del dispositivo digital de una Nimeimporta que de repente empieza a comportarse de forma más sospechosa que lo habitual, consiguen volver al Mundo Digimon (dispositivo digital que, por cierto, se parece demasiado al de Ken Ichijouji), dejando a la tonta Meiko atrás y bien que hacen.

   El Mundo Digimon en este capítulo no es nada del otro mundo (pun not intended, esta vez de verdad), pues empiezan en un bosque genérico que se supone que es la localización a la que llegaron la primera vez en la serie original, salvo que el estilo de dibujo pasa a ser uno más moderno y con algún que otro efecto glitcheado. Sin embargo, los protagonistas acaban encontrándose con Alphamon, que lucha contra otro digimon gigante en nivel Híper Campeón, haciéndoles sospechar que algo extraño está pasando, pues o esos digimon han encontrado una forma de evitar ser reseteados o es que algo ha pasado que les ha permitido evolucionar más rápido de lo normal.

   Pero poco tiempo tienen para pensar, pues en ese momento oyen el silbato de Kari en la distancia. Los chavales corren en su dirección y se encuentran en el icónico claro del tranvía a las versiones bebés de sus respectivos compañeros digimon jugando con el silbato. Los digimon no recuerdan a los humanos y al principio tienen sus reservas, pero al final aceptan que los Niños Elegidos se les acerquen para presentarse.

   Sin embargo, la cándida escena está siendo presenciada desde la lejanía de Digimon Emperador, quien tampoco ha sido borrado. Tras él aparece Nimeimporta con cara de mala y el Emperador se presenta como… GENNAI. ¡Sí, Gennai, el misterioso anciano (y en 02 jovenzano) que ayudó en varias ocasiones a los Niños Elegidos! Pero eso no es todo, ya que desde las sombras una tercera presencia los está espiando a todos: Meicoomon.



   En líneas generales, la tercera OVA de Digimon Tri puede catalogarse como la mejor de las tres. Y eso no es un cumplido, ya que era muy difícil a estas alturas seguir provocando los niveles de apatía que esta serie estaba generando, sobre todo tras una segunda OVA cargada de fanservice y relleno canónico.

   La fría mano del departamento de marketing se hace notar una vez más y los capítulos buenos aparecen tras hacernos tragar un capítulo de transición y uno un MEGADRAMÓN japonés protagonizado por el tonto de T.K para luego mostrarnos un capítulo silencioso y emocional sobre los compañeros digimon pasando sus últimos momentos de vida junto a sus humanos, un capítulo dedicado a un intenso combate y un último episodio de nuevo de transición en el que apiñan todo lo interesante para acabar en un cliffhanger de cara al clímax final.

   El conflicto una vez más vuelve a estar mal conseguido, pues la historia de T.K, aparte de ser la quintaesencia del egoísmo y una situación completamente fuera de personaje para él (quien no deja de ser el paradigma de la esperanza y alguien que antepone la seguridad de sus amigos a la suya propia), queda reducida a nada cuando al capítulo siguiente un deus ex machina posee a Kari para soltar exposición sobre el Reboot, un acontecimiento trágico pero extrañamente conveniente y que se convierte en el nuevo conflicto (conflicto que luego el resto de Niños Elegidos descubre por su cuenta, haciendo del «sacrificio» de T.K un sinsentido mayor).

   Pero aparte, si algo adolece esta OVA en la parte expositiva, ese algo es que (salvo el Reboot) nada aporta nueva información y que nadie hace tampoco NADA con dicha información: ya sabíamos que Meicoomon era el vector de la infección y eventualmente todos los Niños Elegidos acaban descubriendo las consecuencias del Reboot y ninguno hace nada, ¡nadie reacciona! Tenemos una crónica de una muerte anunciada y ninguno de los personajes humanos parece sentir nada en absoluto, dejando, irónicamente, a T.K, en toda su imbecilidad melodramática, como el único personaje que no está muerto por dentro.

   Nilosé y Nimeimporta ganan paulatinamente más protagonismo, pero solo porque tienen más tiempo de pantalla. En el fondo no dejan de ser unos personajes planos cuyo único rasgo de personalidad es «ser misteriosos», y aunque Nimeimporta muestre al final rasgos de ser una villana en todo este asunto, sigue teniendo la personalidad de una suela de un zapato.

   Y lo mismo pasa con la odiosa Meiko: aquí veremos a su arquetimo de niña felpudo con el «gomenasai» en la boca para todas las frases que suelta y juro por Dios que si hiciera un juego de beber sobre las veces en las que se disculpa por cualquier cosa, moriría de CIRROSIS y no habría llegado al tercer capítulo. Meiko es un personaje cada vez más odioso e innecesario cuyo aporte a la serie sigue siendo ahora tan nulo como lo fue en su primera aparición y se siente cada vez más, precisamente, como un autoinserto de un fanfic cutre que un personaje del mismo mundo que los Niños Elegidos.

   En definitiva, la tercera OVA de Digimon Tri mejora el interés que pueda tener uno por serie solo porque en ella empieza la acción ascendente antes del clímax. Pero los melodramas baratos japoneses, los personajes odiosos y los vertederos de exposición siguen siendo la muestra de que narrativamente la serie sigue siendo igual de insulsa, y ya el hecho de que termine en un cliffhanger que nos haga esperar hasta febrero no es más que la sal en una herida cada vez más grande.

¡FOLLAD YA!


   ACTUALIZACIÓN: ya está disponible la reseña de la cuarta OVA de Digimon Adventure Tri. Si desean leerla, no tienen más que seguir este otro enlace.