sábado, 21 de noviembre de 2015

Digimon Adventure Tri: ¿pequeño gran homenaje o fría estrategia de marketing?

«Si este vibrador estaba hackeado a la red bluetooth de estos otros dos vibradores... ¡significa que se han montado un trío digital!».
Avery Ryan, CSI Cyber.

   La «espera», si se la puede llamar así, ha concluido por fin: tras dieciséis años de ausencia, la clásica Digimon Adventure que marcó muchísimas infancias (entre las que incluyo la mía) ha resurgido en forma de chapa una miniserie que cuenta las vivencias de los Niños Elegidos originales seis años después de los acontecimientos de Digimon 02, su segunda temporada.

   Y la verdad es que, aunque yo me considere un fanático de Digimon (véanse: Adventure, 02 y Frontier. SÍ, SOY DE ESOS), realmente no dejo de preguntarme a mí mismo qué oculta este regreso tan inesperado y si alguien esperaba de verdad que Adventure, de todas las series y spin-offs que ha tenido la franquicia, sea la que tuviera que hacer acto de presencia más allá de por ser la original y la que todos recordamos. ¿Por qué? Por la sencilla razón de que Adventure y Digimon 02 acabaron con dos finales más que cerradísimos, los cuales auguraban una edad dorada tanto para el Mundo Digital como para el Mundo Real durante muchos, muchos años.

   Por ese motivo me pregunto de nuevo qué es lo que más queda por contar en una historia en la que ya no queda nada por rebañar. Pero eso se me pasa cuando al minuto siguiente se me ocurre la respuesta: ¿valor narrativo? Cero. ¿Valor económico? Infinito.

   ¡Exacto, amigos! Aunque parezca mentira, y si a alguien del público se lo parece, que se lo haga mirar, los señores de Toei han decidido rescatar Digimon Adventure no como una carta de amor a sus fans sino más bien como una nueva forma de cosechar pastuqui por medio de la nostalgia. Porque es la nostalgia lo que mueve realmente la cultura popular hoy en día: por eso basurones como el Undertale y otros juegos indie «retro» o «nostálgicos» tienen una acogida tan enorme entre el público, por eso el Vaporwave es una tendencia musical tan en alza más allá de la mera curiosidad. Y por eso Digimon Adventure ha sido sacada del ataúd en el que tan cómodamente descansaba cual Sir Daniel Fortesque para narrar una nueva aventura.

¿Hurra?


   Y en serio, ¿quién puede culparlos? Realmente no es más que un negocio. Y viendo en lo que ha quedado la franquicia de Digimon tampoco es para menos: tras la inolvidable Adventure le siguió la mejorable 02, seguida de una subversiva pero ñoñísima Tamers, una desaborida y perezosa Frontier, una sosísima y poco original Savers y la insultante X-Wars; fuera de Japón nadie ha oído hablar de los mangas y es de todos sabido que Digimon tiene una tradición de videojuegos tan MALOS que por muy buena que sea la acogida que están teniendo los últimos juegos de la saga ese sambenito ya no se lo quita nadie.

   Es más, a pesar de todo yo ME ALEGRO. Adventure fue LA serie de mi infancia; no solo me divirtió, sino que su historia fue (y es) una inspiración creativa para mí, y sus personajes a día de hoy siguen teniendo un hueco en mi pequeño, podrido y ennegrecido corazón. Realmente me marcó, fue una de esas historias que a uno se le quedan grabadas para siempre junto a otras igual de igual calibre y definen creativamente a un individuo, y ante la idea de ver una secuela de ello no me puedo disgustar aunque vea el objetivo que hay detrás de todo el movimiento.

   Lo que sí puedo hacer es extrañarme porque nadie con dos dedos de frente va a esperar una secuela de Adventure, al igual que nadie espera una segunda parte de Ciudadano Kane: porque está todo el pescado vendido, no hay nada más que rascar. No hay nada más allá del título de «FIN» (a ver, en Adventure 02, pero SE ME ENTIENDE, y eso sin contar que la propia 02 era un ordeñe de la primera temporada a modo de secuela gratuita). Aparte de que, lógicamente, no deja de ser un movimiento muy arriesgado con muchísimas formas de dañar el material original.

*EJEM*


   Y ahora que he visto las cuatro OVAs de las que se compone Digimon Tri no puedo sino rascarme la cabeza con una mezcla entre confusión y rabia. De la OVA en sí ya hablaré en su momento, pero lo que más me molesta es el hecho de que termine tan abruptamente mientras distintas fuentes, a cada cual de veracidad más sospechosa, discuten no ya de la necesaria existencia de sucesivas secuelas a Tri sino CUÁNDO se emitirán, suponiendo que la espera para ver la segunda parte de lo que no es más que un prólogo de ochenta minutos variará entre cinco meses y doce. ¡SÍ, ENTRE ABRIL Y DICIEMBRE DEL 2016!

   Entonces, como pueden comprobar, si la trama de esta saga de relleno (llamémosla por su nombre) no ha sido lo que ha fastidiado el triunfal regreso de Digimon tras años de olvido y malas críticas, ha sido una práctica tan sombría y carente de opacidad por parte de Toei, algo que parece decir «emitiremos la segunda parte de la serie si nos dais la suficiente audiencia» mientras sujeta los planos del proyecto por el cuello y les apunta a la sien con una pistola.

   Sinceramente, es la primera vez que oigo hablar que para una serie de televisión para la que han tenido DIECISÉIS años de planificar su regreso vayan a emitirla a cachos de cuatro capítulos POR AÑO. O sea, para el gordo de Canción de Hielo y Fuego puedo entender la espera porque ese señor puede morirse hoy mismo y enterrarse no con tierra sino con fajos de dinero y porque al menos sus libros sobrepasan las ochocientas páginas. ¿Pero una serie basada en unos dibujos nostálgicos?

   ¿Qué clase de sadismo suicida hace falta para emprender semejante acción? Y digo «sadismo» porque SÉ que hay quien estará contando ya los días para abril/diciembre del año que viene mientras a estas alturas se habrá terminado de comer las uñas de desesperación. Y digo «suicida» porque para otros cuatro capítulos de veinte minutos nadie que sea medio normal mantendrá el interés en esperar todo ese tiempo; si acaso se enterarán por redes sociales y mirarán la serie casi como una curiosidad en vez de como el regreso tan esperado de Digimon.

«¿Que la siguiente tanda la echan CUÁNDO?».


   Sin embargo, sospecho sé que ustedes no han venido aquí a leer cómo desentraño los mecanismos de una retorcida estrategia de marketing, sino de qué va este pequeño gran homenaje y ya de paso cagarse en mis muertos y hasta en mis vivos si llegara a decir algo deshonroso contra semejante vaca sagrada, así que no me voy a hacer de rogar. Eso sí, como viene siendo lógico, la reseña contiene spoilers de absolutamente toda la trama de lo visto hasta ahora, así que quedan avisados. Asimismo, imagino que todos ustedes tendrán la edad suficiente para saber de qué hablo sin necesidad de remontarme a narrar los eventos de la serie original o quién es quién.

   El primer episodio empieza de forma ominosa con la supuesta destrucción de los Niños Elegidos de 02 ante un sombrío enemigo para pasar a mostrarnos las vidas de nuestros héroes, los protagonistas de Adventure. Han pasado seis años desde su última gran aventura y la serie nos muestra de forma melancólica a unos ex-Niños Elegidos viviendo unas vidas anodinas mientras las obligaciones del Mundo Real absorben su tiempo y les separa poco a poco.

   De forma tan agridulce nos alegramos y al mismo tiempo nos entristecemos al ver qué ha sido de unos héroes a los que aparentemente nadie recuerda a pesar de haber salvado el mundo en varias ocasiones. Básicamente, el mundo se ha movido, ha avanzado, y ellos quedaron reducidos al olvido para tener una vida normal que no les satisface en absoluto: el efusivo Tai no encuentra alicientes en su vida, el taciturno Matt tiene problemas con la identidad de su grupo de música, el responsable Joe vive absorto con sus estudios, el animado Izzy lleva una vida llena de compromisos…

   El golpe es directo y efectivo. De hecho, ESTA es la trama del primer capítulo de esta OVA, de reintroducir a los personajes en un contexto tan familiar para nosotros pero al mismo tiempo tan irónicamente extraño para ellos a través de nuestros ojos. Apenas vemos un solo digimon en este capítulo porque el centro de ello no es la crisis, sino crear un vínculo entre los personajes y la audiencia, ya que no solo «duele» ver a un personaje querido sufrir, sino que existen situaciones que a muchos les sonarán, como el ir creciendo y verse obligado a abandonar gradualmente a sus amistades de toda la vida por falta de tiempo y los quehaceres.

Puntos extra para la efectivísima forma en la que está dirigida la cabecera del primer episodio intercalando los sentimientos del personaje con la misma letra de la canción.


   Este capítulo no va sobre los digimon ni sobre la crisis del mundo, va sobre los personajes, sus problemas y sus relaciones. Básicamente, han crecido de la misma forma que lo hemos hecho nosotros. El sentimiento nostálgico está bien utilizado en pos de una identificación real con unos personajes no ya definidos por sus aventuras pasadas sino redefinidos en la actualidad. Y aunque siga siendo uso de la nostalgia, es un BUEN uso de la nostalgia.

   Es más, si hay un punto fuerte que se puede destacar de Tri, es justo que, aunque sea una forma de ordeñar beneficios y audiencias, al menos es un intento bien trabajado y sentido. Aquí verdaderamente se nota un esfuerzo a la hora de narrar una historia y los sentimientos de sus personajes que no se veía desde la Adventure original. No han tirado de recursos perezosos ni de insultar la inteligencia de sus espectadores como hicieron con un X-Wars que si se descuidan bien podría pasar por un spin-off de Bakugan o las series secuela de Beyblade. En su lugar optaron por hacer un capítulo bien narrado e invertir en los sentimientos, que no en el sentimentalismo.

   Sin embargo, esa paz se rompe ante la breve invasión de un Kuwagamon y un par de digimon misteriosos que permanecerán entre las sombras lo que dure esta OVA. La aparición de los monstruos a través de portales está generando una serie de distorsiones en los aparatos eléctricos y hasta apagones en varias zonas de la ciudad, lo que llama la atención de una misteriosa organización que parece estar estudiando el comportamiento de los digimon, prediciendo que no pasará mucho tiempo antes de que ataquen.

   En el segundo episodio me gustaría decir que las cosas mejoran, pero es que es a partir de aquí cuando se tuercen y empiezan a ir cuesta abajo y sin frenos… Principalmente, la predicción de los agentes de la organización se hace realidad y el Kuwagamon consigue hacerse tangible para atacar a Tai destrozando todo un barrio a su paso. El chaval logra invocar a su compañero Agumon y hacerle evolucionar a Greymon, pero una serie de portales se abren y ambos digimon desaparecen para reaparecer en un aeropuerto y continuar allí su combate.

Si esto ocurriese en España ya lo estarían llamando Aeropuerto Madrid-Barajas Adolfo Suárez Greymon-Kuwagamon.


   De repente los agentes de la organización encuentran a los Niños Elegidos y a sus digimon para llevarles a luchar al aeropuerto. Pero lo que prometía ser un combate épico rápidamente se convierte en una larguísima escena de combate cargada de relleno para extenderla lo máximo posible y así terminar rápidamente el episodio… junto con otros fallos.

   En primer lugar, cabe destacar que el antagonista (posteriormente «antagonistas») a los que se enfrentan los Niños Elegidos SON KUWAGAMONS, básicamente el primer enemigo al que se enfrentaron los protagonistas y sus digimons en el primer episodio de Adventure y al que juntos derrotaron en la forma bebé de estos. Tras ello, los Niños y sus digimon acabaron derrotando a villanos de la talla de Devimon, Myotismon, los Amos Oscuros o Apocalymon, verdaderas y literales fuerzas del mal sin contar con sus esporádicas contribuciones a 02, las películas o ese vergonzosísimo crossover con X-Wars en el que derrotan versiones de otros villanos de la serie de un solo golpe. Entonces, ¿por qué sus formas evolucionadas y combinadas apenas pueden hacer frente al mismo bicho acompañado de otros dos iguales?

   Simplemente el combate termina cuando los Kuwagamon poco menos que se cansan y el líder del grupo, que ya tenía ganado el combate CONTRA LOS DESTRUCTORES DE MYOTISMON, LOS VENCEDORES CONTRA LOS AMOS OSCUROS, LOS SUPERVIVIENTES DE LA LUCHA CONTRA APOCALYMON, directamente es absorbido por un deus ex machina con forma de mano gigante que se lo lleva de nuevo al Mundo Digital con la expectación de que vaya a sufrir una muerte muy dolorosa con un añadido efecto Worf.

   Pero no ya solo el combate es un sinsentido largo y pesado de ver, sino que a esto debemos mencionar el regreso de las secuencias de digievolución… Y seamos francos: las secuencias de digievolución molan pero a pocos, y a pesar de ello no dejan de ser un recurso para rellenar tiempo de pantalla con efectos visuales y nada más. Y ojo, que con esto me refiero a TODAS las secuencias de evolución de la franquicia.

   Aquí vemos evolucionar al menos a seis de los digimon principales de forma individualizada, pero aunque sea «necesario» para demostrar precisamente la forma que han tenido de actualizar la serie (es innegable que esta secuencia con un CGI videojueguil que no causa ceguera por vergüenza ajena y con los efectos visuales del huevo hecho de hexágonos de datos es infinitamente mejor que la secuencia original del modelo de dibujos dando vueltas dentro de un pilar de luz), al final acaba convirtiéndose en una cansina fuente de fanservice que descaradamente se come varios minutos del reloj para acabar apresurando el final del combate (y por ende del capítulo) de forma tan anticlimática.

¡HAZTE CON TODOS!
(Angewomon CGI a 60fps DLC coming soon).


   El tercer capítulo se centra en el resultado del combate del aeropuerto como una fuente de conflictos para los protagonistas. Escudados por los agentes de la organización, los Niños Elegidos y sus digimon salen del aeropuerto de vuelta a sus casas para encontrarse que los canales de noticias de todo Japón no solo se han hecho eco de la invasión sino que tratan a los digimon como monstruos peligrosos, recordando a la población, además, que esta no es la primera invasión sufrida desde el Mundo Digital.

   Y qué quieren que les diga, ese último detalle me ha gustado mucho precisamente por lo consecuente que es con respecto a su historia y porque retconea uno de los principales fallos argumentales de 02, que era justo el que NADIE se acordara de la invasión de los digimon de Myotismon y que el cielo de todo el mundo literalmente SE ABRIERA mostrando el mundo de procedencia de dichas criaturas TRES AÑOS DESPUÉS DE QUE SUCEDIERA.

   De hecho, si hay una cosa que espero con sumo interés de Tri es precisamente una serie de retconeos que arreglen el queso de gruyer que fue 02, en especial aquel epílogo tan cancerígeno que parecía más el final de un fanfic calenturiento que obra de un guionista pagado. No, en serio. ¿El personaje femenino que aprende a ser independiente haciéndose ama de casa para esperar a su maridito con la cena hecha? ¿El chico con aspiraciones deportivas convirtiéndose en diplomático? ¡¿El aspirante a músico haciéndose ASTRONAUTA?! ¿Y qué ha sido de aquella MIRÍADA de nuevos Niños Elegidos que hicieron que el título perdiera por completo su valor porque ahora TODOS los niños del planeta podían tener un compañero digimon como quien tiene un perro de mascota?

My Immortal y El Ojo de Argón no son tan malos si los comparamos con ESTO


   Todo eso, menos mal, ha «desaparecido» de momento o se ha olvidado de una forma muy conveniente, algo con lo que estoy muy de acuerdo y que ni quiero ni espero volver a ver, sobre todo porque si ese epílogo de dentro de diecitantos años es real, de poco sirve escribir una intercuela como Tri si ya sabemos cuál va a ser el futuro de todos sus personajes. Y no me refiero a que estarán bien, sino que todas las tensiones generadas por sus relaciones interpersonales pierden peso y efecto si ya sabemos de antemano el resultado. ¡El viaje no importa tanto si podemos teletransportarnos sin problema del punto A al punto B! ¡Menos aún si ya estamos en el punto B y empezamos a recordar cómo llegamos hasta ahí!

   El caso es que los digimon de los Niños Elegidos son tratados como amenazas, provocando disforia malestar entre los chicos, como es de esperar. Por otra parte, uno de los agentes de la organización que resulta que se estaba haciendo pasar por un profesor de Tai aparece para exponer que los digimon que atraviesan los portales entre los mundos son «digimon infectados» y que por tanto se vuelven malos y mucho más fuertes. 

   Aquí es cuando empiezo a dudar. ¿Infectados por qué? No se sabe. ¿Se vuelven malos y mucho más fuertes? Pues hombre, podría ser verdad… si no fuera porque de momento de enemigos solo hemos visto a un digimon que se supone que es un animal salvaje al que tradicionalmente se le considera un antagonista de los Niños Elegidos. Es que hasta lo de la fuerza pierde credibilidad cuando uno se da cuenta de que los digimon de los protagonistas no han luchado una sola vez EN SEIS AÑOS. Tal vez habría estado bien meter algún digimon que ejemplifique mejor eso que uno que esté para rememorar una de las escenas más famosas de la serie por puro fanservice. ¡Vamos, digo yo!

   Con esta información los Niños planean su próximo movimiento… y aquí la pendiente cuesta abajo se vuelve mucho más empinada cuando Tai empieza a dudar sobre sus acciones para proseguir defendiendo el Mundo Real debido a que ha crecido, madurado, y es consciente de la destrucción provocada por los combates entre los digimon, algo que Matt no está dispuesto a permitir… ¡peleándose con él, defendiendo a los digimon a ultranza y mandando el grupo a la mierda!

   ¡NO BROMEO! En apenas cinco minutos pasamos por todo un carrusel de emociones apiñadas y sin explorar que terminan en una escisión del grupo basada en dos ideas tan opuestas como extremistas. Por un lado Tai se niega a combatir para no causar más daños colaterales y por el otro Matt decide que lo mejor es atacar con todo lo que tienen porque, como sus propios digimon son amigos suyos, son libres de toda responsabilidad y que el terror de la gente es infundado. NINGUNO de los dos tiene razón y sin embargo la serie quiere hacernos creer que ambos al mismo tiempo la tienen. Y esta situación está tan fuera de personaje, en especial para Matt, que no me puedo creer que no hayan despedido a nadie por esto.

   En primer lugar, el hecho de que Tai piense en las consecuencias y los daños colaterales es un añadido que a mí me gusta mucho y quisiera que se hubiese explorado mejor. El chaval ha madurado, tiene dieciséis años y no sabe qué hacer con su vida; ya no es el prototípico héroe shonen hiperactivo y cabezahueca de diez años. Ha cambiado y es consciente de sus alrededores. Tenemos escenas que nos muestran qué es lo que se le pasa por la cabeza, pero en ningún momento tienen una recolección lógica de pensamientos, sino que directamente pasa del «me preocupa X» a la inacción total por depresión, acusándose A SÍ MISMO Y A SUS COMPAÑEROS de causar la destrucción.

«¡Oh, qué escena más bonita...! Lástima que, como somos japoneses, confundimos el desarrollo de personajes con momentos de introspección y autoduda».


   Y no sé si verdaderamente esto es una cosa japonesa o simplemente mal guionismo o mala dirección porque con Matt tres cuartos de lo mismo. Matt está TAN ofendido por ver cómo las televisiones hablan de la destrucción de los digimon que se pone violento a la más mínima de cambio alegando por la fuerza que sus compañeros digimon son inocentes. 

   ¿Pero sabes qué, Matt? ¿Ese pánico de las masas hacia los digimon? ¡Está del todo justificado! Primero porque NADIE sabe ni tiene la obligación de saber si hay bandos entre los monstruos que en el transcurso de día y medio han destrozado un barrio y un aeropuerto, y segundo porque NO ES LA PRIMERA VEZ QUE PASA. El combate entre Greymon y Parrotmon, la invasión de Myotismon, el cielo rasgado por obra de los Amos Oscuros, la oscuridad de Apocalymon, la invasión de digimon salvajes por parte de Arukenimon y Mummymon, el secuestro masivo de niños por parte de Tommy Wiseau Oikawa por orden de MaloMyotismon, la invasión de Demon y sus lacayos, los combates contra Blackwargreymon… ¡¡¡DIABOROMON HACKEANDO MISILES NUCLEARES PARA ATENTAR CONTRA JAPÓN!!! Creo que si alguien tiene que tener miedo de lo que está pasando al ver monstruos aparecer para destruirlo todo es la propia gente.

   Y no solo eso, sino que ambos bandos están equivocados cuando uno ve que las tensiones podrían no haber tenido lugar si estos dos cabezas de chorlito hubieran pensado un poco: Tai no tiene por qué convertirse en un cobarde si le hubiera echado un poco de pragmatismo y decir «peor será si no detenemos a los invasores que han venido aquí a causar estragos», y Matt tendría que haber recapacitado y darse cuenta de que el miedo de la gente está probado. Esta tensión es innecesaria y no es más que un vil relleno que atenta contra ambos personajes.

   Porque puedo entender que Tai «pierda» valor, el cual era su emblema en Adventure, pero en realidad podría haberlo cambiado por «saber cuándo y cómo actuar». Puro pragmatismo porque las emociones no son absolutas. Y en esencia eso es lo que Tri quiere demostrar, pero les ha salido el tiro por la culata y más en el caso de Matt, el cual es inexcusable porque toda su evolución como personaje en Adventure fue dejar de ser tan huraño e independiente para aprender a confiar en la gente y tolerarla (de ahí precisamente la analogía visual con un lobo solitario, Garurumon y sus evoluciones, más su contraste simbológico con el propio Tai al ser este representado con colores cálidos y Matt con azules fríos por medio del clásico Oni Rojo-Oni Azul). Entonces, ¿de qué sirve todo eso de la Amistad como símbolo si a la primera discusión siendo adultos casi llegan a las manos y Matt manda a la mierda al grupo? ¡Exacto, Hitler para nada!

Una vida sin amigos: el antes y el después.


   Oh, pero las cosas no hacen sino ir MÁS cuesta abajo en el cuarto y último episodio de esta tanda… Aquí Izzy, en colaboración con la organización misteriosa, configura un vínculo a modo de portal con el mundo digital para que los digimon puedan viajar libremente entre las dimensiones… Y PROGRAMA UNAS GAFAS DE REALIDAD AUMENTADA CAPACES DE VER DISTORSIONES ESPACIOTEMPORALES PARA TAI EN UNA NOCHE. ¡Porque sí! ¡Porque el tiburón ya lo hemos saltado tantas veces que es como un trampolín para nosotros! Ah, y por fanservice gratuito, por supuesto, porque qué sería de Tai sin sus características gafas. Y todo esperando Toei que no nos demos cuenta de que si esta vez las gafas tienen una utilidad como la de detectar portales, Izzy debería haber creado copias para todos en vez de para un único miembro del grupo…


Y con esto los trolls y los cuñaos del Twitter ya no tienen pantalla tras la que escudarse. 
¡Gracias, Izzy!


   De todas formas, poco pasa en este episodio. Los primeros diez minutos (vamos, casi la mitad del capítulo) vienen a ser una mezcla de paseos intercalados con una escena muy tensa entre Tai y Matt haciendo las paces en lugares que invitan al acurrucamiento (¡SÍ, COMO LO LEEN!) y el resto del tiempo lo dedican a la aparición de Alphamon, el oponente misterioso que derrotó a los protagonistas de 02 de los cuales probablemente todo el mundo se ha olvidado y casi hasta el punto de que me los imagino desangrándose hasta la muerte en medio del desierto y jefe final de esta OVA.

   Y déjenme decirles: el combate contra Alphamon es patético. Simple y llanamente patético. Alphamon no es que sea poderoso (que de por sí lo es al tratarse de uno de los digimon más poderoso de la franquicia), sino que los digimon de los Niños Elegidos no pasan del nivel campeón (o «cuerpo maduro», para los nostálgicos) y, giro loquísimo de los acontecimientos, por tanto no tienen nada que hacer contra la bestia, obligando a Agumon y Gabumon fusionarse en Omnimon, aquel ser divino que hizo su debut en la primera película y que es una de las mayores promesas de los tráilers de Tri, para hacer frente a Alphamon y… no hacer nada con ello. 

   Como lo leen.

   Básicamente, las dudas de Tai impiden que Omnimon ataque a su oponente, dándole el tiempo suficiente como para abrir un portal y largarse. Y si ustedes se sienten de alguna forma extrañados por estas líneas o defraudados al haber visto el capítulo en su momento acordándose de las promesas en los anuncios de un combate épico entre el Alfa y el Omega digitales, déjenme decirles que yo no. ¿Por qué? Porque en ese momento de clímax vi el contador de tiempo del vídeo y vi que al episodio le faltaban cinco minutos para terminar, por lo que era IMPOSIBLE que sucediera tal combate y al mismo tiempo dieran las explicaciones a tantísimos cabos sueltos.

   Y por supuesto, no las dan. Omnimon se va, el grupo se reúne y descubren que una chica con la que no han parado de encontrarse que es el prototipo de niña tímida japonesa al más puro estilo fanfic es también una Niña Elegida. FIN.

Mi reacción.


   Ya está. Esa ha sido la primera OVA de Digimon Tri: un prólogo de ochenta minutos cuya continuación no veremos hasta el año que viene y tal vez ni con esas si Toei no obtiene la audiencia que requiere para continuar con la serie.

   ¿Mi opinión al respecto? Ha sido decepcionante PERO. Y me explico: si es verdad que al final existirán nuevos episodios de Tri que contribuyan a la historia, realmente no puedo hablar tal cual sobre si me ha parecido bien o mal la serie entera porque la estaría juzgando prácticamente por su piloto. El día en que descubra más información sobre fechas de estreno posteriores iré actualizando y corrigiendo esta entrada porque soy el primero que quiere saber qué pasa con esos tiempos de espera tan arbitrarios como marcianos de un año por cada OVA, pero yo ya adelanto que si ese va a ser su plan, mi interés en Digimon Tri acaba de morir en este mismo instante. Si no, cuando termine la serie dentro de un plazo aceptable, haré más reseñas o directamente una que encapsule el resto de la serie.

   No obstante, este bloque en sí y obviando la trama inconclusa y el final abrupto me ha parecido algo decepcionante. Empieza muy bien, su primer capítulo es un sentido homenaje a los nostálgicos de Adventure y la modernización de la animación y los efectos visuales del CGI no solo son resultones sino que molan muchísimo, pero rápidamente cae en el fanservice, el relleno canónico (las IN-TER-MI-NA-BLES secuencias), las tensiones innecesarias y los combates es que son sosísimos.

   ¿Me ha gustado? Meh, más o menos. Tira a que sí, pero tampoco esperaba nada y creo que eso me ha ayudado a no llevarme un chasco mayor. Mi recomendación para Tri es que si quieren verla, véanla, pero sin hype ni ilusión de ningún tipo porque a fin y al cabo esto no es más que un prólogo de ochenta minutos.

Después de lo ocurrido con el final de La Leyenda de Korra, no me extrañaría que Toei fuese a sacar aquí su propia versión.


   ACTUALIZACIÓN: publicada ya la segunda parte de estas reseñas sobre Digimon Adventure Tri. Si quieren ir allí, no tienen más que pinchar este enlace.

   ACTUALIZACIÓN 2: publicada ya la tercera parte de estas reseñas sobre Digimon Adventure Tri. Si quieren ir allí, no tienen más que pinchar este otro enlace.

   ACTUALIZACIÓN 3: publicada ya la cuarta parte de estas reseñas sobre Digimon Adventure Tri. Si quieren ir allí, no tienen más que pinchar este otro enlace.

sábado, 17 de octubre de 2015

«Mi nombre es Bond, James Bond»: repaso a toda una filmografía (SEGUNDA PARTE).

«—M: Yo no le gusto, Bond. Y tampoco mis métodos. Cree que soy una cajera, una mera contable más interesada en mis números que en sus instintos.
—Bond: En ocasiones lo he pensado.
—M: Bien, porque yo creo que es usted un fósil machista y misógino, una reliquia de la Guerra Fría cuyos encantos inmaduros, aunque inútiles conmigo, obviamente sedujeron a la joven que envié para vigilarle […]. Si cree que no tengo huevos para enviar a un hombre a la muerte, sus instintos se equivocan».
Diálogo entre Bond y M, GoldenEye.


   Antes de empezar, quisiera hacer notar que esta entrada es la continuación de la anterior, «Mi nombre es Bond, James Bond»: repaso a toda una filmografía (PRIMERA PARTE), por lo que si no la han leído, les recomiendo hacerlo antes de empezar con esta. No me sean CAFRES.


James Bond: la conmovedora historia de un agente secreto que aprendió a utilizar armas cada vez más grandes.


   Estamos ya a finales de los 80 y alguien con cabeza decide que esto no puede seguir así, que si de verdad queremos que la saga Bond continúe, debemos buscar una nueva identidad que no dé vergüenza ajena. Y de ahí salió el Bond de Timothy Dalton, quien, por desgracia, solo protagonizó dos películas debido a problemas de demandas judiciales que tenía en aquella época, por lo que la continuidad que se generó acabó perdiéndose en la nada.

   Para mí la bilogía de Dalton solo se puede definir como «una de cal y otra de arena», pues si bien es cierto que solo hay dos, son tan opuestas en calidad y tono que parecen el día y la noche. ¿Significa que el Bond de Dalton es regulero o malo? No. Timothy Dalton es un buen actor y le dio un toque joven a una franquicia que apestaba a viejo, más aún teniendo en cuenta que nos encontramos en los últimos coletazos de la Guerra Fría y James Bond no puede vivir exclusivamente de detener terceras guerras mundiales entre dos bloques agotados o complots de supervillanos caricaturescos. El problema está en que tuvo la suficiente mala suerte como para no poder seguir rodando, pues tenía un potencial tremendo incluso para lo horrenda que fue Licencia para Matar. Pero todo a su tiempo.

   Dalton se estrena en Alta Tensión, una suerte de manifiesto de intenciones de lo que iba a ser esta nueva etapa. Tenemos ante nosotros un Bond mucho más humano que solo mata cuando realmente tiene que hacerlo y que valora a sus seres queridos por encima de todas las cosas, sobre todo a raíz de la muerte de sus mujeres (como ven, enlazamos directamente con la herencia de Al Servicio Secreto de Su Majestad y Solo se vive dos veces), y que no dudará en hacer lo necesario para proteger a quien quiere.

   A raíz de esto, la trama de Alta Tensión nos devuelve al género del espionaje sabiendo que será, probablemente, la última vez que puedan hacer algo relacionado con la Unión Soviética. Con el tiempo, de hecho, la propia Unión Soviética dejó de ser «mala» tal cual para centrarse en individuos de la misma que eran unos auténticos desquiciados que querían ver el mundo arder, y sus dos villanos principales, el general Koskov y el traficante de armas Brad Whitaker, son precisamente eso: un general que quiere que estalle una guerra mundial atentando precisamente contra las agencias de inteligencia para obligar a los bloques a luchar abiertamente y un traficante que le utiliza para lucrarse con ello. Son dos humanos deleznables pero son justo lo que pertenece al género del espionaje. No hay guaridas secretas ni armas del juicio final, sino espías contra espías en un argumento con los pies en la tierra.

   Y no solo esto, sino que además la chica Bond de este metraje, la violonchelista Kara Milovy, es precisamente una chica normal y cariñosa que ayuda a Dalton en todo lo que puede mientras este tiene que protegerla al ser una pieza clave en los planes de Koskov. Es rubia pero no tonta, ni mucho menos es un trofeo, un premio de consolación o un folleteo para cerrar la película como eran el resto, sino que genuinamente era un personaje más, y lo mejor de todo, un personaje humano con sus virtudes y sus defectos. James tenía que protegerla pero al mismo tiempo le gustaba, y eso mismo era lo que hacía humano al personaje: la capacidad de preocuparse por otros y saber transigir, con el violonchelo como símbolo de esa evolución.

Y todo esto sin olvidarnos de MOMENTAZOS como toda la escena de la persecución en la frontera.


   Como ven, no me canso de alabar Alta Tensión por lo que es, el bien que ha hecho y el bien que PODRÍA haber hecho a la saga. Debido a ello, me supone un nudo en el estómago tener ahora que hablar de… Licencia para Matar

   ¡OH DIOS, LICENCIA PARA MATAR!

   Licencia para Matar es una película abyecta, vil y repugnante pero justo por todos los motivos por los que NO se queja la gente de ella. Polémica en su día por su caracterización del personaje, Licencia nos muestra a un Bond en una sangrienta búsqueda de venganza por su propia mano después de que el villano de turno matara a la mujer de Félix Leiter, gran aliado del británico en muchas de sus películas, sino que le dejara medio muerto y totalmente incapacitado.

   Licencia para Matar es una pesadilla de la que uno no puede despertar. Es tensa y desagradable, con todos sus personajes completamente descaracterizados y un tono tan surrealista como oscuro. No me importa que James Bond vaya a tomarse la justicia por su mano si las autoridades no van a hacer nada para detener a un lunático como el que se nos presenta aquí, y además, estamos hablando de una versión completamente distinta de Bond, por lo que vale perfectamente. El problema viene cuando, tras una trama tan razonablemente madura como humana que fue Alta Tensión se le crea una secuela que parece sacada de la época de Roger Moore después de haberse tomado un bote entero de Prozac.

El sueño de la razón produce películas terribles de James Bond.


   El mundo de Licencia es oscuro, corrupto y malo. Nadie mueve un dedo para ayudar a Leiter ni a Bond tras la, prácticamente, la destrucción del primero, y al segundo se le tacha de traidor por buscar una nueva vía cuando las autoridades, más concretamente LA CIA Y EL MI6, SE NIEGAN a dar caza al villano. El sentimiento de angustia es continuo, uno se siente como ahogándose a cada segundo que pasa, y la transformación del protagonista en poco menos que un asesino en serie dando caza a otro asesino en serie no ayuda tampoco.

   ¿Pero quién es este villano que ha hecho LO IMPENSABLE y con mayúsculas, postrar a Leiter en la cama tras matar a su mujer y convertir a Bond en un villano? Pues bien, su nombre es Franz Sánchez y es un traficante de droga con un poder tan absurdamente grande que si lo vieran Blofeld, el Doctor Kananga (el malo de Vive y deja morir) y Hugo Drax, se morirían de envidia al no tener NI LA MITAD de influencia y capacidades económicas de Sánchez.

   A Sánchez no le basta con ser un capo de la droga, no, sino que es el mal personificado, según esta película, y hará todo lo posible para demostrarlo. ¿Con qué fin? Para dar la justificación a Bond para comportarse como un cabestro durante todo el metraje con la excusa de «¿te parece malo? Pues este otro es PEOR», porque si hubiera sido un raterillo o un traficante del tres al cuarto nadie se habría puesto a favor de Bond en esto.

   El problema es que la era de los supervillanos hace tiempo que murió y Sánchez es ridículo hasta para los estándares de Moore, sobre todo en el sentido de que su poder es I-LI-MI-TA-DO. Este personaje padece del mismo problema que el Doctor Maligno en la primera de Austin Powers: sus conglomerados y empresas legales hacen muchísimo más dinero que sus ramificaciones ilegales, las cuales, por su fuera poco, son increíblemente caras de mantener.

   Sánchez posee una cadena de casinos y de hoteles, es Presidente de una isla entera, tiene su propia cadena de televisión y domina económicamente todo Miami. Pero al mismo tiempo es el líder de un complejísimo entramado de tráfico de drogas que requiere colaboración de muchas mafias a lo largo del mundo que se comunican por medio de códigos secretos en los programas de televisión para llevar a cabo sus operaciones en una guarida secreta que resulta ser la sede de una enorme secta. O sea, con todo este poder no necesita siquiera pasar un mísero gramo de droga, y estamos hablando de 1989, finales de la Guerra Fría, por lo que tampoco tiene un objetivo para dominar el mundo como su predecesor indirecto Blofeld.

   ¿Qué es lo que pasa entonces con Sánchez? No tiene objetivos, no es siquiera un personaje, es más bien un anti-personaje, una excusa: es OBJETIVAMENTE malo en todos los sentidos para que Bond tenga una excusa con la que darle caza mientras ello mismo, el fin, justifica los medios. Y esto es lo que hace de Licencia algo tan horrendo, ser una anti-historia, una justificación para meter a un personaje tan querido a ser tan deleznable como el villano al que intenta detener. ¿Lo peor de todo? Que esto iba a continuar en la saga que tenían preparada para Dalton, pero como este no pudo seguir todo el mal que ha causado incluyendo el haber dimitido del MI6 y ser tachado como un criminal internacional y un terrorista se queda sin repercusión alguna.

Peor que el demonio si fuera pederasta.


   Sí. Así sin más. Dalton no pudo terminar lo que habían empezado y para no tener que cambiar de actor en medio de la misma saga decidieron resetearlo todo para darle el papel al siguiente que tocase en la serie nueva de los 90 y dejar lo de la continuidad para cuando buenamente se pudiera.

   En fin. Pierce Brosnan. ¿Qué puedo decir de Pierce Brosnan? Junto a Connery es el más galán de los Bond pero al mismo tiempo su serie es tan esquizofrénica como la etapa de Moore volviendo a la fórmula de salvar al mundo del supervillano de turno. ¿El motivo? La Guerra Fría hace mucho que acabó, y con el Nuevo Orden Mundial las preocupaciones pasaron de algo tan grave como la posibilidad de una Tercera Guerra Mundial a asuntos más variados. Siendo así, el Bond de Brosnan luchará contra terroristas al iniciarse la Guerra contra el Terror de los 90 y que continúa a día de hoy, pero como por aquel entonces aún el concepto del terrorismo no tenía una cara con la que poder retratarlo sin ambigüedad alguna, el papel del terrorista lo ocuparán supervillanos con un poder económico estratosférico… con diferentes resultados.

   GoldenEye constituye un comienzo fuerte para la nueva serie con una nueva declaración de intenciones en boca de la M interpretada por Judi Dench, quien deja claro que el personaje de James Bond no es más que una reliquia de la Guerra Fría. Aparte de ello, Alec Trevelyan, el antiguo 006, e interpretado por Sean SPOILER ALERT Bean constituye un villano poderoso para el propio Bond a modo de un Scaramanga moderno con motivo para ser el malo y con las mismas cualidades que el personaje de Brosnan. La película en sí no tiene mucho fuste ni tiene partes que se puedan llamar «memorables», pero es la suma de dichas partes las que la hacen una película entretenida de ver dentro de lo que es la acción palomitera.

   A ella le sigue El mañana nunca muere, tal vez la más palomitera de las cuatro películas de Brosnan y la que más parecido tiene a las de Moore, pero sorprendentemente aquí sus elementos y su absurdez funcionan: Elliot Carver, el magnate de las telecomunicaciones que provoca guerras para tener noticias, es un villano sumamente divertido de ver en pantalla; el balance entre escenas de acción y no acción está muy equilibrado y el humor sobre la absurdez del mundo de los agentes secretos está muy bien conseguido porque sabe dónde atinar (ese coche marimandón con voz de matriarca rusa es hilarante a la vez que cuñadístico) en vez de lanzarlo todo contra la pared para ver qué se queda pegado. De las de Brosnan esta es la mejor.

   El mundo nunca es suficiente, por otra parte, nos trae una trama con las intrigas de una familia de magnates del petróleo y un desquiciado terrorista ruso que recuerdan bastante a la intrincada trama de la primera película de Misión Imposible con las reservas de petróleo de Occidente en juego. Con un suspense bien logrado y uno de los villanos más competentes de la saga Bond, El mundo nunca es suficiente es una de las películas más sólidas de su franquicia.

   No obstante, como no podía ser de otra forma cuando una trilogía tiene tanto éxito, surgió en 2002 un tumor conocido como Muere otro día. Completamente innecesaria, Muere es una mancha en el Bond de Brosnan por traer una historia sumamente predecible con personajes planos, villanos tan ridículos que recuerdan a los de la época de Moore, una Halle Berry tan innecesaria como metida con calzador por ser «la famosa de moda» de la época (un «de la época para hablar del 2002». Ahí es nada) y un complot tan patético que es un calco paso por paso del plan de no-Blofeld de escamotear diamantes para meterlos en un láser orbital en Diamantes para la Eternidad.

   ¡Pero eh, al menos pudieron rodar en el hotel de hielo aquel que estuvo tan de moda a principios de los 2000! Es lo que tiene el show business, que si quieres fardar de algo o hacer turismo por la cara, siempre puedes montarte una película allí. Da igual si es buena o no, el caso es ir.

   Oh. ¿Y he dicho que el personaje «negra molona e independiente que no necesita a los hombres» de Halle Berry, también llamado «el personaje de Halle Berry», iba a tener su propia serie de películas? Ay… qué bien que en aquella época en cuanto a cine palomitero aún estábamos atascados en los bodrios de la época anterior y la burbuja de «heroínas bordes y autosuficientes» acabó estallando con… COSAS como la bilogía de Tomb Raider de Angelina Jolie y *redoble de tambor* LA CATWOMAN DE HALLE BERRY.

Nunca pensé que diría esto, pero... gracias. Gracias. ¡Gracias! ¡GRACIAS!


   Que ojo, yo personalmente no encuentro mala idea una serie secuela de algún personaje de la franquicia que haya calado o pueda calar, pero al menos QUE SEA MEMORABLE. Pero claro, estamos hablando de una franquicia en la que solo interesa un único personaje alrededor del cual orbita el resto del plantel y suerte tienen si al terminar la película uno se acuerda de sus nombres.

   Sin embargo, a pesar de ser esta decisión tan arbitraria algo de los ejecutivos de la Metro-Goldwyn-Mayer, sí era cierto que la fórmula de Brosnan acabó quemándose muy rápido y la gente quería ver algo nuevo. Total, Brosnan realmente fue una versión noventera de lo que fue la época de Moore. Sí, mucho más tragable, PERO.

   Entonces llegó la solución: quemarlo todo y sobre sus cenizas levantar una nueva franquicia Bond. En otras palabras, un reboot y a tomar por culo. Esta nueva saga empezaría de cero pero contada en un contexto de nuestros días y dentro de una continuidad propia.

   Sin actualizaciones pochas de la franquicia para justificar la continuada existencia del agente británico desde mediados de los 60 hasta la actualidad.

   Sin tarjeta de crédito.

   ¡Sin mierdas!

   Bueno, sí. Unas pocas…

   A partir de 2006 James Bond tomó un giro mucho más sincero hacia lo que había sido siempre: cine de acción simplón y palomitero. Pero esta vez sin florituras ni justificaciones y de la mano de un Daniel Craig que, aunque en concepto y en aspecto sea difícil de tragar, el tiempo ha demostrado que en general nació para este papel.

   Y como la franquicia renace, qué menos que volver a los orígenes con, de nuevo, Casino Royale, la película o concepto que da igual la época en que lo hagas porque te va a salir un churro. La versión de 1954 fue un experimento muy fallido, la de 1967 una mala parodia y esta de 2006 es putamente infumable.

   Casino Royale no sabe lo que quiere ser, y centrar su acción precisamente en un juego de cartas a no ser que sea de Yu-Gi-Oh! es un pasaje al tedio más absoluto por una parte y una imperiosa necesidad de buscar algo con que rellenar película hasta que salga la partidita de marras por otra. Y esto es lo que ha pasado: el cabezabuque de Craig de tiroteo en tiroteo y tiro porque me toca con cara de haberse tragado un ladrillo para acabar perdiendo miserablemente la partida en el susodicho casino para ganar milagrosamente al final. Ah, y LeChiffre le ha quitado el puesto a Blofeld como villano más incompetente de la saga.

   Sin embargo, y por mucho que me sorprenda, la película acabó siendo increíblemente popular (lo cual es bueno) aunque yo no entienda el motivo (lo cual es malo). Durante mucho tiempo lo he discutido con conocidos y amigos y uno acabó explicándome que Casino Royale tiene «más cine» ya solo en la propia partida de cartas al aportar «algo más» a un metraje que hasta ese momento no había sido otra cosa que acción barata… Y es que en cierto sentido lo entiendo. Pero no es lo que necesita James Bond.

[Referencia obligatoria a Los Simpson porque no me podía molestar en pensarme un comentario gracioso sobre James Bond jugando a las cartas tras haber mencionado lo de Yu-Gi-Oh!]


   ME EXPLICO: el mayor problema de Casino Royale es JUSTO esa falta de dirección y el intento algo pretencioso de meterle «más cine» solo para digerir una hora y media de acción barata. Y lo llamo pretencioso porque ha intentado hacer más de lo que en realidad puede o debe, pues lo que necesitan las películas de James Bond es una dirección clara con una trama masticada pero interesante y un personaje con carisma, que es justo lo que se espera.

   Y no, no es esto una incongruencia con respecto a las necesidades de no estancarse de esta saga porque se pueden Y DEBEN cambiar cosas. El tono, el retrato de los personajes conforme a la época… lo que viene a ser una ADAPTACIÓN, una MODERNIZACIÓN. Pero si metes y quitas sin ton ni son elementos clave sin orden ni concierto, pasa lo que pasa. Es como querer renovar la Torre Eiffel (¿aún seguirá siendo de Hugo Drax?) cambiando las estructuras triangulares por otras cuadradas o redondas. ¿Qué es lo que pasa? Que colapsa el edificio. Pues esto es igual.

   E insisto que la mejor solución es una adaptación bien hecha porque, como dije en la entrada anterior, a una película de James Bond se va a lo que se va pero con los cambios pertinentes que correspondan a cada época, pues no es lo mismo un James Bond de los 60 interpretado por Sean Connery con todo lo inherente a aquellos tiempos a un Pierce Brosnan de los 90 o un Daniel Craig de los 2000.

   Los medios y las concepciones de la calidad cambian, pero por lo general lo que se espera de sagas tan largas e inamovibles en su fórmula como esta no. O sea, si voy a ver una película de Schwarzenegger espero acción barata y un montón de humor involuntario, no un melodrama sobre la condición humana. ¿Por qué? Porque no le pega. Y con Bond pasa igual: es un personaje de cartón piedra, un matón misógino y alcohólico al que se le perdona de todo por su carisma y sus rasgos propios, ya que cada Bond es reflejo de sus tiempos:
-Connery es la personalidad y el carisma dentro de un marco tan viejuno como los 60 y70.
-Lazenby no tuvo mucho porque solo duró una película pero se caracteriza por un intento de humanidad.
-Moore es un puto meme.
-Dalton es (mejor dicho, era) guapísimo y tenía un aspecto joven y dinámico #NoHomo.
-Brosnan es la imagen que se tenía en los 90 de un triunfador.
-Y Craig es un retrato frío e irónico de una saga que sabe lo ridícula que suena hoy en día y que morirá si no se renueva.

Ya saben lo que dicen de los hombres con pistolas pequeñas, ¿no? Que tienen un gran corazón.


   Pero en fin, volvemos a centrarnos en el tema principal de esta entrada para continuar con Quantum of Solace, un MEH de campeonato que aún arrastra esa falta de dirección de la nueva saga siendo el extremo opuesto al «más cine» de Casino Royale siendo única y exclusivamente una película de tiros y explosiones con Daniel Craig entre medias y las dos fulanas chicas Bond más inútiles de todos los tiempos desde Goodnight en El Hombre de la Pistola de Oro, en la que lo que le falta a Bond aquí le sobra en palomiterismo. Vamos, que equilibrio aún cero.

   No obstante, al ser CUANTO SOL HACE Quantum of Solace una secuela directa de Casino Royale, se puede percibir un ligero, ligerííííísimo, desarrollo en el personaje de Bond, que intuyo que será la constante de esta era. ¿Pero es un desarrollo de personaje tal cual? No realmente, sino más bien putaditas que le pasan al Bond de Craig por tener un ladrillo de cerebro casi como consecuencias de pensar con los bíceps, aunque de esto hablaremos más adelante.

   Quantum en general no está mal pero se hace anodina a la larga. Sin embargo, sí destaca por presentarnos formalmente a la organización Quantum, una especie de conglomerado de banqueros y empresarios cabrones que no tienen otra cosa mejor que hacer que tocarle los huevos al mundo. Dicho así no tiene fuste y suena ridículo, pero es que al fin y al cabo esto es una película de James Bond. Sin embargo, en la práctica, este grupo de poderes en la sombra se llega a hacer muy interesante aunque sea por el secretismo y la vaguedad con la que está definido; es una nube de la que solo se conocen dos gotas de agua de las cuales, una de las cuales, Dominic Greene, me ha parecido un villano realmente maravilloso en cuanto a su plan maligno (BASADO EN HECHOS REALES), sobre todo por su originalidad y ser algo distinto a lo que hacían los terroristuchos del Bond de Brosnan (excepto tal vez Elliot Carver y cogiéndolo con pinzas) o los patéticos intentos de LeChiffre por recuperar una inversión que se había ido por el desagüe.

¡Aprende, petarda! Así SÍ es como se hace una película sobre La Guerra del Agua Boliviana.


   Lejos quedan los tiempos de SPECTRA en los que criminales y empresarios malignos de todo el mundo se unían para formar un tercer bloque en la sombra para provocar una tercera guerra mundial con la que eliminar al ganador y conquistar el mundo. Quantum es una visión de la evolución del mundo que mencioné en la etapa de Brosnan en la que banqueros, políticos y empresarios corruptos roban y delinquen impunemente, una adaptación en absoluto sutil de cómo están las cosas actualmente pero no por ello menos realista.

   Y ya para terminar, lo hacemos con una nota muy positiva con Skyfall, una de LAS MEJORES películas de todo James Bond. Concebida para celebrar el quincuagésimo aniversario de la franquicia, esta película será definitivamente el antes y el después de la dirección de la era de Craig, así como todo el reboot, introduciendo definitivamente una clara dirección y las nuevas versiones de los personajes clásicos que tanto se echaban en falta.

   Skyfall comienza con la supuesta muerte accidental de Bond en acto de servicio a manos de Moneypenny. ¡SÍ, MONEYPENNY!, quien esta vez ha dejado de ser una estoica secretaria dedicada a ser el blanco de los desprecios del agente para ser una espía y una chica de acción con una personalidad definida y una fuerza y habilidad genuinas. Esta Moneypenny ES un personaje, no un florero, y el poco tiempo que ha estado ella en pantalla me ha convencido para querer ver más de ella, ya sea en otra de las películas de Bond o en una película propia, pues si la integración de más personajes negros es lo que lleva queriendo hacer la Metro desde 2002 con Halle Berry, la nueva Moneypenny es un paso en la buena dirección.



   Tras una de las cabeceras más bellas de toda la franquicia con la voz de la británica Adele, resulta que Bond no ha muerto sino que estaba de parranda, literalmente. Pero su ausencia la aprovecha el ex-agente del MI6 y terrorista Hugo Raoul Silva, interpretado por Javier Bardem, para acosar y aterrorizar a M. Bond tendrá que volver al tajo y adecuarse de nuevo a la nueva crisis de la agencia de inteligencia mientras recorre primero el mundo buscando pistas para apresar a Silva y salvar la vida a M.

   Y déjenme decirles que Silva es, directamente, uno de los mejores villanos de toda la saga, el doppelgänger definitivo para Bond por encima de Scaramanga y Alec Trevelyan, con una inmunidad a la altura del propio Bond y una capacidad estratégica que roza lo divino. También le tira fichas a Bond. Aparte, Silva es justo el epítome de ese desarrollo de personaje que antes mencioné, haciendo que culmine en un Bond que aprende de sus errores y que sus actos tienen consecuencias: en Casino Royale la chica era mala pero Bond estaba tan encoñado con ella que no lo pudo ver hasta que fue demasiado tarde y en Quantum of Solace provoca la muerte de una de las chicas Bond y un amigo suyo, y en ambas M le da un rapapolvo por pensar con la cabeza equivocada. ¿Pero qué pasa en Skyfall? Que M muere (oh, spoilers: M muere), desapareciendo lo más parecido a una figura materna que ha tenido. Y de esta forma Bond debe madurar, que es justo la trama de la era de Craig.

«CUÑAAAAAAAAAAAAAAAA...».


   Pero si hay una cosa con la que me quede de Skyfall es justo el haber encontrado a la tercera una clara dirección en cómo será esta el reboot, así como una declaración de intenciones: la escena en la que el nuevo Q le entrega a Bond una pistola y un transmisor como único equipamiento presentando un severo rechazo por los inventos con un contundente «ya no estamos en los 60», la destrucción del legendario Aston Martin o la muerte de la vieja M.

   «Las cosas del Bond antiguo han quedado atrás»: ese es el mensaje de un Skyfall lleno de cariñosas referencias a su propio pasado mientras mira a su futuro, con al menos dos películas a modo de bilogía propia en camino y un Craig renegociando su contrato. Porque sí, mucha amenaza y tal pero esto mismo pasó con Lynch y la continuación de Twin Peaks, ¿pero adónde va a ir un señor que parece haber sido novio de la Ana Obregón?

   Pues eso.

   Y bueno, esto ha sido mi repaso en dos partes a casi toda la filmografía de James Bond. Ha sido una larga ausencia, pero the friki delivers y aún me quedan muchas más cosas de las que hablar... y otras muchas más que odiar.

«¿Pero sabéis ya o no sabéis que la entrada trata sobre las películas de James Bond? Porque lo pone en el título. Y por ese motivo la entrada trata sobre las películas de James Bond. ¿Lo pilláis o no lo pilláis?».