sábado, 12 de abril de 2014

Frozen me ha dejado frío.

«Cuando ocurre el desastre, observad a Anna unirse a su hermana, a un mercader, a un tío bueno y a un muñeco de nieve para derrotar a villanos como su hermana, un mercader, un tío bueno y un muñeco de nueve».
Honest Trailers: Frozen.

   Sí, yo también he caído, qué se le va a hacer. Realmente, ni siquiera me atrajo la primera vez que me la presentaron y menuda la odisea por la que tuve que pasar por intentar vérmela entera, pues necesité tres intentos hasta pasar más allá de los primeros veinte o treinta minutos de metraje sin dormirme de lo mucho que me aburría y llegar hasta el final. ¿Y saben qué? Que en absoluto es para tanto.

   Frozen es una película normalucha tirando a floja tirando a ME CAGO EN DIOS QUÉ MALA ES. Sí, recupera las pretensiones de los clásicos Disney que la convierten instantáneamente en un algo de la calidad que se le espera como el estilo musical, el humor blanco, los escenarios fantásticos y demás, pero también significa que es la misma cascada de clichés que hemos visto ya más de un millón de veces por muchos «cambios» que le hayan imprimido a esta producción. Y es que es ésa una de las características con las que intentan vender esta película, que tiene cambios con respecto al esquema Disney de chica conoce a chico y se enamora de él a primera vista. Eso y el tema musical principal Let it go, pero ya hablaré de él más adelante.


O también pueden verlo aquí. Total, la visita ya me la han dado.


   El argumento de Frozen no es que dé para mucho, y es una de esas películas en las que importa más el viaje que lo que suceda en la meta, pero no pierdo nada por contarlo y ya de paso avisar de spoilers.

   En un reino de aspecto escandinavo nacen dos princesas, Anna y Elsa, de las cuales la última tiene el poder de crear hielo de la nada. Las dos hermanas disfrutan de su niñez jugando con la nieve que Elsa hace caer en el hall hasta que un accidente obliga a los reyes a sellar los poderes de ésta y a borrarle la memoria a Anna pero conservando las sensaciones que ha experimentado, obligando a Elsa a vivir recluida toda su vida en su cuarto temerosa de sus poderes.

   Pasado un tiempo tras la muerte de sus padres, las princesas crecen hasta alcanzar la mayoría de edad y se celebra la coronación de Elsa, pero tras la ceremonia sus poderes se desatan delante de todo el mundo y, temerosa de lo que le pueda pasar, huye hacia las montañas, donde decide que vivirá como una ermitaña sin saber que la liberación de sus poderes ha traído como consecuencia que se desencadene un invierno eterno por todo el país. Por su parte, Anna decide ir a buscarla dejando el reino en manos de Hans, un chico al que acaba de conocer que resulta ser un príncipe de tierras lejanas y con el que desea casarse.

   Durante el ascenso, la princesa recibirá la ayuda de Kristoff, un joven picahielos; de Sven, un reno que se cree un perro, y de Olaf, un muñeco de nieve con vida propia y trisomía del par 21. Los cuatro consiguen llegar a Elsa pero ésta les rechaza, hiriendo a Anna en el proceso. Mientras tanto, preocupado por la tardanza de su prometida, Hans organiza una partida para buscarla y llegan hasta Elsa, a la que casi matan dos mercenarios contratados por un villano menor, provocando que sus poderes se descontrolen y pierda el conocimiento.


«ZÍ, ZOI DETDAZADO».


   La herida mágica de Anna empeora a marchas forzadas y tras una visita a la aldea de unos trolls musicales obsesionados con shippear casar a gente contra su voluntad (¡!), éstos le dicen a Anna y a Kristoff que es una maldición que sólo puede romperse con un acto de amor verdadero, por lo que ambos vuelven al castillo en busca de Hans. Sin embargo, tras dejar Kristoff a merced del príncipe a la chica, éste admite sin motivo alguno que no la quiere y que lo único que desea es casarse con ella por el trono, así que decidirá dejarla morir y matar a Elsa, quien, sin saberlo él, recobra el conocimiento y huye liberando sus poderes otra vez.

   Entonces se inicia una lucha desesperada por parte de Anna, Kristoff y Hans para llegar hasta una Elsa enloquecida, pero es el sacrificio de la primera la que detiene tanto a su hermana como al príncipe justo en el momento en el que la maldición hace efecto y la joven se convierte en hielo. Sin embargo, son los llantos de Elsa los que rompen el conjuro y devuelven a Anna a la vida, poniendo a Hans entre rejas y abriendo una vía para que ella y Kristoff se enamoren... lo que significaría que ninguno de los personajes ha aprendido nada porque Anna y Kristoff llevan toda la película a excepción del final tratándose despectivamente mutuamente y realmente no se conocen, así que la elección de la princesa a un chalado con ganas de pegar el braguetazo del siglo es un chalado que le pone voz a su reno con complejos y que lava las cosas a escupitajos. Hurra...


¡No ese Kristoff! ¡Si ni siquiera se escriben igual!


   Pero como pueden ver, existen dos cambios fundamentales en Frozen con respecto al resto de películas Disney que a ojos de mucha gente les puede parecer una película rompedora. El primero es que el amor a primera vista no funciona y el segundo que el acto de amor no lo realiza ningún personaje masculino por amor romántico sino que se trata de un amor fraternal. No obstante, la forma que han tenido de ejecutarlos, sobre todo el primer cambio, hizo que el hecho de que el extraño príncipe Hans resultase ser el innecesario villano principal de la historia algo previsible por esa manía que tienen las películas de Disney de soltar la moraleja antes de que ocurran los sucesos que den lugar al drama y por tanto a dicha moraleja. Con respecto al segundo... pues qué quieren que les diga, no es para tanto; a fin de cuentas, sólo dos películas Disney se resuelven con un beso amoroso por parte de un príncipe, por lo que tampoco se puede decir que el cambio rompa con ninguna tradición.

   Aparte de esto, tenemos un plantel muy soso y sin personalidad, de entre los que destacan exclusivamente los personajes de Olaf, el muñeco de nieve parlanchín obsesionado con ver el verano (¿lo pillan? Es un muñeco de nieve… ¡en verano! ¡Pero los muñecos de nieve se derriten con el calor, que es lo que hace en verano! ¡LA RISIÓN!), y Sven, el reno que se cree un perro por motivos nunca explicados, únicamente porque el primero es «la cara» de la película (y por ende la del merchandising) y el segundo es «la mascota», aunque yo más bien diría que el Scrappy por lo irritante que es.

   Sin embargo, es Olaf, el muñeco retrasado, el que me saca de quicio como si no hubiera mañana. Si fuese sólo por su malsana obsesión con el verano, no me importaría tanto, pero es que se trata de un personaje inútil e innecesario. Esta abominación de la naturaleza no hace avanzar en absoluto la trama y no aporta, literalmente, nada. Su único papel, aquello que justifica su existencia, se basa en el humor corporal («jijí-jajá, se descompone porque es de nieve y le ponen el cuerpo al revés. ¡LA COMEDIA!»), en ser el personaje mágico bocazas de turno porque el reno Sven tendrá todo el complejo de perro del mundo pero por desgracia no puede hablar (aunque ya Kristoff le pone palabras en la boca representando una especie de trastorno bipolar muy chungo...) y en ser la voz de todas las locas del coño del mundo con frases como «hay personas por las que merece la pena derretirse» (¿lo pillan? DERRETIRSE. PORQUE ES UN MUÑECO DE NIEVE)«el amor es anteponer sus necesidades a las tuyas». ¡Frozen, la película Disney feminista!


«Recuerda que el amor es anteponer sus necesidades a las tuyas».


   Además, cabe destacar un aspecto que me ha molestado durante toda la película, que es ese halo de inevitabilidad que rodea todo lo que sucede durante la trama. Me explico: los personajes de esta historia tienen la fea costumbre de verlo todo blanco o negro de una forma irremediable, así que cuando sucede algo grave, las decisiones que toman son siempre las más extremas y dedicadas a aminorar los daños en lugar de solucionarlos, cuando precisamente en esta película no hay una sola situación que tenga, figuradamente, DECENAS de posibles soluciones mejores que las que se toman al final.

   ¿Quieren un ejemplo? Pues pongamos entonces la decisión de los reyes de sellar los poderes de Elsa y borrar los recuerdos de Anna dejando intactas sus sensaciones. Al final de la película resulta que es el poder del amor lo que anula los poderes de la princesa y el miedo el que crea el hielo (algo enormemente rebatible, pero de momento hagamos como que la película tiene razón). Bien, ¿por qué no enseñar a Elsa a controlar sus poderes? ¿Por qué no hacerle sentirse querida en lugar de tratarla como un monstruo? De esta forma tarde o temprano se descubrirá que es el sentirse querida lo que anula los efectos de su poder sobre el hielo. ¿Por qué no normalizar su situación de cara al público para que nadie acabe intentando matarla porque la considere un peligro en lugar de una baza? Porque recordemos que uno de los pilares económicos de este reino es el mercado del hielo (de hecho, la primera canción de la película trata sobre la industria del hielo. LA PRIMERA, la que asienta cómo funciona una parte importante de esta sociedad).

   ¿Y por qué borrarle a Anna sus recuerdos dejando intactas sus sensaciones? ¿Qué consiguen con eso aparte de dejar una posible vía a que una las piezas y lo recuerde todo? ¿Por qué no enseñarles la responsabilidad que conlleva tener este poder y una hermana con dicho poder? ¿Y por qué los trolls, tan sabios como son lanzando exposición fatalista, no son capaces de llegar a una serie de soluciones más fáciles, sencillas y productivas? Porque podrían ser ellos los que enseñaran a Elsa con su magia si los reyes no se ven capaces…

   Como ven, existen muchas formas de solucionar conflictos en esta película, y éste en concreto es precisamente el conflicto principal el desencadenante de todos los acontecimientos del metraje. Todo esto sin tener en cuenta el origen de los poderes de la princesa, que nunca llegan a explicarse, o por qué Hans decide volar su tapadera sin motivo alguno confesando que no desea a Anna y que es poco menos que el verdadero villano cuando existen millones de excusas alternativas posibles que le salven el tipo.

   El apartado musical no me parece una maravilla, y de hecho muchas canciones me parecieron fuera de lugar, más como una especie de relleno para ocultar la falta de originalidad que otra cosa. Sólo dos canciones me llamaron poderosamente la atención, Do you want to build a snowman? y Let it go, pero por motivos muy distintos. La primera es una música de exposición, pero personalmente me gustó por ser tan triste y a la vez tener una melodía tan alegre. Me gustó el ritmo, me gustó la letra, me gustó la melodía, me gustó la forma que tiene de evolucionar de una canción alegre a narrarnos la tragedia familiar que se está viviendo en esa casa. Tanto es así que tres semanas tras haber visto la película todavía la tenía (y tengo) pegada en la cabeza para bien o para mal.


ESTO >>>>>>>>>>>>>>>> Let it go.


   Let it go, por su parte, me llamó la atención porque no es para tanto. Seré yo, que soy así de raro, pero no me pareció gran cosa, y de hecho como canción me pareció hasta floja después de todo el bombo que se le ha dado. Simplemente se trata de Elsa construyendo su Fortaleza de la Soledad porque sus papis fueron unos cretinos que decidieron ocultarla diez años de su vida como si fuera un monstruo en lugar de normalizar la situación, por lo que la única forma que tiene de creerse feliz es vivir como una loca de los gatos ermitaña a tomar por culo. Se supone que es encantador y tal pero realmente es una canción muy vacía y poco sentimental a pesar de tratar de eso, de unos sentimientos de liberación que no son más que una cobardía inmensa de alguien que afronta sus problemas huyendo de ellos. En cuanto al ritmo, la melodía y demás... pues ni es para tanto ni es algo que se le queda a uno pegado en la cabeza.

   Luego ya el resto de las canciones son muy olvidables o directamente malas: la canción de los picahielos es aburrida y tediosa de oír, la canción de amor a lo Moulin Rouge por parte de Anna y Hans cuando se conocen es genérica a más no poder, la canción sobre Olaf deseando ver el verano con número de baile sacado de Mary Poppins no sólo es vil relleno sino además un insulto a la inteligencia de todo aquel que tenga más de tres años y un número correcto de cromosomas y la de los trolls casando a Anna y a Kristoff directamente es tonta. Tonta, tonta, tonta. El resto de canciones son tan blandas y olvidables que me cuesta hasta recordar de qué iban, así que ya ven qué panorama.

   Sin embargo, aparte de Do you want to build a snowman?, hay un detalle que sí me ha llamado la atención positivamente, y es el uso del hielo para representar la psique de Elsa. El uso de los colores, las formas y hasta la manera de liberarse vuelven muy profundo su uso, con formas suavemente redondeadas y tonalidades azules y moradas cuando está feliz o picudas y blancas o rojas cuando se pone a la defensiva, pero ocurriendo que es un hielo que se forma solo, sin indicios de que ella lo controle o diga que lo está usando. Son las formas las que indican su auténtico estado psíquico y fortalecen el carácter y los sentimientos de la reina y eso nos ahorra, afortunadamente, que nos fusilen a nolanismos que nos narren lo que estamos viendo. 

   Sí, también es cierto que este recurso ya está inventado, que no es nada nuevo y que hasta la tercera película de los pokémon lo hizo incluso mejor. Pero tratándose de los estándares de Frozen, supongo que es de agradecer que el muñeco de nieve retrasado nos estuviese señalando cada dos por tres los que ocurre en la pantalla.


APRENDE, DISNEY.


   En pocas palabras para ir terminando, el título que me recomendaron para esta entrada iba a ser Frozen me ha dejado helado, pero eso significaría que ha causado una fuerte impresión en mí buena o mala, y nada más lejos de la realidad. Más bien me ha dejado frío, indiferente. Habrá cosas más o menos simpaticonas y tal, pero esto no quita que siga siendo una película más del montón tirando a un relleno cinematográfico para la partecita de Let it go, que a excepción de mí no deja indiferente a nadie.


   Quien la quiera ver, que la vea, pero quien no, que sepa que tampoco se ha perdido ni se va a perder nada. De hecho, yo es que ni siquiera la recomiendo.

sábado, 5 de abril de 2014

Lo peor de Los Simpson II: Crónica de una muerte anunciada.

«Homer: Niños, niños, no me voy a morir. Ese tipo de cosas sólo les pasan a los malos.
Bart: ¿entonces por qué murió Lincoln?
Homer: le vendió leche envenenada a unos estudiantes».

   Desde que el mundo es mundo, pocas cosas han levantado tantos amores y ampollas que la muerte de un personaje sea del medio que sea, pues pocas cosas alteran más a los seguidores de una serie, un libro o un videojuego entre otras que se muera su personaje favorito, razón por la cual bodrios como Juego de Tronos sigue petándolo en audiencias a pesar de tener una trama inexistente o una calidad pésima. Pero no nos desviemos del tema principal.

   Debido a los odios, las pasiones y sobre todo las expectaciones que levanta el anuncio de la muerte de un personaje, es normal que series como Los Simpson también hayan jugado dicha carta. No hay más que ver todo el revuelo montado por el capítulo en dos partes Quién disparó al señor Burns, cuya audiencia subió de cara al segundo capítulo a los doce millones de espectadores en Estados Unidos, o la emotividad que despertaron la muerte de Murphy Encías Sangrantes o la muerte de Maude Flanders. Pero donde allá hubo éxito, siempre habrá un intento por parte de Zombie Simpsons de explotarlo en pos de arañar audiencia a la desesperada.

Aquel día la humanidad recibió un duro mensaje: «la próxima vez ve tú a buscar los perritos calientes».


   En este caso me refiero al más que conocido anuncio que lanzó el productor de la serie, Al Jean, a finales del año pasado en el que decía que un personaje emblemático de la serie iba a morir. Por supuesto, esto acabó convirtiéndose en una bomba mediática con todos los medios «competentes» haciendo cábalas sobre qué emblemático personaje de la serie iba a morir, desde Krusty hasta la princesa Penélo… ¿esto es en serio? ¿La princesa Penélope un personaje emblemático? ¿De verdad? ¿EN SERIO? JAAAAAAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA… Ay qué corcho con el tío Paco :__)

¿Una buscona sin personalidad ni rasgos definitorios que se apodera del programa de Krusty y se casa con él en uno de los capítulos más sosos y ñoños de toda la serie para luego no volver a salir nunca más? Sí, seguro que te echaremos de menos.


   A lo que iba, que desde que se anunció la muerte de dicho personaje, mucho se ha dicho y poco se ha hecho, habiéndose terminado desde que se dio la noticia la temporada 24 y comenzado la 25. Como (tristemente) voy al día con la serie, puedo decir sin temor a equivocarme que verdaderamente están exprimiendo la supuesta muerte de dicho personaje «emblemático» de todas las formas posibles para forzar a la desesperada una reacción que supongo que esperan que sea interés, pero cuanto mayor es la espera, mayor es el tedio, sobre todo con supuestas muertes que ocurren dentro de la serie en estas dos últimas temporadas que acaban siendo nada más que simples bulos. De hecho, la actriz que interpretaba a Edna Krabappel, Marcia Wallace, MURIÓ de un cáncer mientras tanto y la serie ha decidido prescindir del personaje. Pero al parecer no es esa la muerte que Al Jean esperaba, así que tendremos doble ración de finado emblemático para rematar dos temporadas que verdaderamente son LO PEOR que ha dado Zombie Simpson, en especial dentro la absurdérrima temporada 25.

   Por este motivo, repasaré las supuestas «muertes» con las que nos han intentado mantener interesados desde los estudios de la Fox.



Four regrettings and a funeral:


   Empezamos MAL con un aburridísimo gag del sofá en el que no pasa nada. Habrá quien lo llame «parodia de El Hobbit», pero yo lo llamo «minuto y medio de cinco personajes caminando hacia la derecha sin chistes ni nada entre medias». Por desgracia, aunque sea algo señalable por lo mucho que se le ha hecho el culo Pepsi cola a la gente con semejante bazofia de intro, no es el tema principal del que tengo que hablar ni es lo peor que este capítulo puede ofrecer...

«Yo me voy por mi izquierda
Yo me voy por mi izquierda
Yo me voy por mi izquierda...
Vosotros a la m...».


   El capítulo de verdad empieza ya directamente con el funeral de un personaje célebre en el pueblo... del que nunca hemos oído hablar. Aparentemente, este personaje que nunca ha salido antes en la serie era famoso por algún motivo y todo el mundo le quería y tal. Sin embargo, en vez de enseñarnos por qué este señor era tan buena personal, la ceremonia sirve exclusivamente para dos propósitos: forzar la profecía de Al Jean por ver si alguien se lo traga y dar el pistoletazo de salida a uno de los episodios más sosos de la temporada, que va de varios residentes del pueblo teniendo remordimientos por algo.

   Homer se lamenta por haber vendido todas sus inversiones de Apple para comprarse una bola de bolos, Marge se culpa a sí misma por el mal comportamiento de Bart pero al final acaba echándole la culpa a haber escuchado a Kiss durante el embarazo (claro, porque el que sea una madre negligente que nunca le ha enseñado educación a su hijo no tiene nada que ver, ¡la culpa es de Kiss!), Kent Brockman se lamenta de haber vendido su integridad periodística para ser el presentador de un medio local y el señor Burns echa de menos a una novieta suya... que acaba muriendo al final del episodio. ¡Los Simpson, la comedia ganadora de innumerables premios!

   Si hay algo que a este capítulo se le pueda llamar es relleno puro y duro, una excusa para, como dije antes, forzar aquello de la muerte del personaje «emblemático» y ya de paso cobrar por haberse sacado un dinerillo al cubrir ya la idea de un episodio de los veintipico que fuera a tener. En este caso, la trampa de Al Jean se reduce a excusarse diciendo «dijimos que un personaje "emblemático" moriría, pero no que le conocieran». Sin embargo, como no hay dos sin tres, el equipo a cargo de Zombie Simpsons decidió extender el chiste a ver cuánto duraba la expectación.


Ahora entiendo el apuro que sintió el reverendo Lovejoy durante el funeral de Murphy Úlceras Encías Sangrantes.

The man who grew too much:

   Lo que empieza como una cruzada de Lisa en contra de los alimentos genéticamente modificados acaba convirtiéndose en una campaña a favor de los mismos y de ahí en otro episodio del actor secundario Bob, que congenia con ella y se vuelven amigos. ¿El plan maligno? Bob ha estado trabajando en un laboratorio de alimentos transgénicos mientras aprovechaba para mutarse a sí mismo y conseguir de alguna forma ADN de figuras históricas para absorber sus habilidades.

   Huyendo de un acceso de ira homicida del recluso, Bart y Lisa acaban encima de una presa… por algún motivo, Lisa le recita un verso de Walter White Walt Whitman a Bob y éste se tira al vacío… por algún otro motivo… hasta que éste recuerda en el lecho del río que tiene branquias, por lo que aprovecha para huir mientras la policía oficialmente le da por muerto. Ah, y luego hay una subtrama de Marge enseñando abstinencia a los adolescentes del pueblo (o sea, Jimbo, Dolph, Kearney, el chico de cara granujienta y un montón de otros chavales de cara genérica) que no lleva a ninguna parte, por si a alguien le interesa.

Sí, también ha ocurrido ESTO.


   Como pueden comprobar, aunque Bob no muera estrictamente en este episodio, sí se le da por muerto oficialmente y es un personaje legítimamente emblemático de la serie, por lo que esta pequeña trampa funciona de cara a hacernos creer que la profecía de Al Jean se ha cumplido bajo la trampa del «dijimos que moriría, pero no que viéramos su cadáver. Además, si le dan por muerto es como si lo estuviera, ¿verdad...? ¿VERDAD...?».

   Aun así cabe destacar un pequeño fragmento al final en el que un Ned de luto sueña que está bailando con Edna hasta que despierta y aparece Nelson diciendo lo mucho que la echa de menos, lo que a su vez demuestra que Edna Krabappel de algún modo también ha muerto pero fuera de plano.

   Y hablando de Nelson…


The winter of his content:

   Cuando el Castillo del Jubilado de Springfield tiene que cerrar por una serie de infracciones, Homer y Marge se ven obligados a acoger no sólo al abuelo Abe, sino también a Jasper y al viejo judío (¿?), pero lo que empieza como una carga para Homer se convierte al final en la puerta al maravilloso mundo de la jubilación (sí, otra vez Homer disfruta de las ventajas de ser viejo pero de una forma más sosa y aburrida que cuando lo hizo en el capítulo de la boda de Apu).

   Mientras tanto, Bart defiende a Nelson de los niños del colegio por su patetismo (¿recuerdan cuando Nelson era el matón del cole y todo el mundo le temía? ¡Qué tiempos!) y éste en compensación le permite unirse al grupo de gamberros junto a Jimbo, Dolph y Kearney justo a tiempo para una reunión multitudinaria de matones de instituto que se celebra no sé dónde. Allí al ponente principal le disparan y se le echa la culpa a Bart, convirtiendo al grupo de Springfield en fugitivos.

   El resto que tiene esta subtrama de resolverse es calcando todos los sucesos principales de la película The Warriors. No parodiándolos, no homenajeándolos, no referenciándolos por mal que me pese, CALCÁNDOLOS. Pero no vamos a hablar ahora de falta de originalidad a estas alturas de Zombie Simpsons sino de lo que sucede, que es que en un momento dado Nelson se sacrifica para que los demás puedan huir y queda a merced de una muchedumbre furiosa de matones armados en una ciudad que desconoce cayendo por una empinadísima cuesta cada vez más lejos de la única ruta de escape hasta desaparecer por completo.

   De hecho, a excepción del plagio de The Warriors, que se soluciona con un Homer que pasaba por ahí salvando a Bart y compañía de los autores reales del disparo, nada se resuelve en este capítulo: los ancianos siguen viviendo en casa de Los Simpson, Bart sigue siendo amigo y oficialmente parte del grupo de matones del colegio, Marge se sigue sintiendo cada vez menos atraído por las costumbres viejunas de su marido (algo que se establece brevemente para no ser tratado de nuevo en lo que queda de episodio) Y NELSON SIGUE DESAPARECIDO.

R.I.P?

   Una vez más se nos muestra a un personaje ante otra situación que entraña un peligro mortal, pero ahora desapareciendo para que nosotros los espectadores, aparentemente, pensemos lo peor. De nuevo Al Jean juega con nosotros diciendo «dijimos que un personaje moriría, no que viésemos su cadáver», y huelga decir que este episodio salió justo después de The man who grew too much con la supuesta muerte del actor secundario Bob. Pero eso no es todo, sino que me tomé la libertad de buscar si podía a Nelson en el capítulo siguiente, The war of art (justo uno en el que aparecen varias veces muchedumbres del pueblo. Por cierto, TRUÑACO de capítulo), y no le he visto por ninguna parte, pero claro, al mismo tiempo los ancianos ya no están, de lo de Bart como matón no se sabe y de lo de Marge sintiéndose cada vez menos atraída por Homer nunca más se supo, así que supongo que tampoco habrá pasado nada.

   Con estos tres pequeños ejemplos quisiera demostrar el grado de desesperación que tiene el equipo de producción de esta serie para ganar una audiencia que cada vez se hace más pequeña (actualmente la media de espectadores por capítulo apenas llega a los 3 millones) hasta el punto de intentar engañarnos con mentiras o medias verdades guardando para sí la muerte de verdad no como un suceso de la serie sino como un as en la manga por si todos lo demás falla.

   Sin embargo, no hay perdida mayor y más emblemática que la muerte de una brillante serie con la que crecimos y su posterior resurrección por parte del algún oscuro nigromante para convertirla en su esclava zombi para ganar de los ingresos que pueda seguir dando hasta que deje de ser rentable…

Descanse en paz.

*Actualización (30 de marzo): misterio resuelto: Nelson sigue vivo. Podemos verle tener un par de líneas al comienzo del episodio You don't have to live like a referee (a.k.a., LOS SIMPSON NOS VEN COMO UNOS PALETOS CORRUPTOS!!11DOS!). No sé si el chaval se ha librado porque matar A TRES personajes contándole a él esta temporada era demasiado trabajo y daba mucha pereza o porque alguien metió la pata al olvidarse de cerrar el capítulo que plagiaba a The Warriors y al final decidieron no hacer nada hasta encontrar una excusa para reincorporarle de nuevo como si nada hubiera pasado (esto explicaría por qué You don't have to live like a referee empieza con un largo relleno que se sitúa en la escuela sin motivo). Por cierto, en este último episodio también muere un personaje pero que al final resulta que no como parte de un gag cutre, por lo que es tan insignificante que no me voy a molestar en reseñar el capítulo. Por los pelos se han librado.